El análisis de CABI evidencia que una combinación equilibrada de tecnologías es fundamental para la expansión de la generación eléctrica, asegurando estabilidad, confiabilidad y eficiencia en el sistema
Guatemala. Central American Business Intelligence (CABI) presentó el día de ayer un análisis sobre los “Retos y Soluciones para Optimizar la Contratación de Energía Eléctrica”, identificando tres premisas fundamentales para promover una discusión sana a nivel nacional para la definición de una propuesta estratégica que garantice el bienestar del sector eléctrico.
El análisis subraya la relevancia de considerar el riesgo de desabastecimiento a corto plazo como la primera premisa esencial. Si bien la PEG5 definirá la ruta hacia el 2030, resulta urgente atender la creciente demanda energética inmediata y establecer una planificación estratégica que garantice el suministro en los próximos años.
Por otro lado, la segunda premisa enfatiza la importancia de mantener la complementariedad entre tecnologías y fuentes de energía, asegurando un abastecimiento continuo durante todo el año. Por lo tanto, es preciso permitir el funcionamiento de plantas existentes como de nuevas. Finalmente, la tercera premisa resalta que la transición hacia energías limpias en el país debe ser justa y progresiva, evitando cambios que puedan comprometer la estabilidad del sistema. Esto implica comenzar con niveles factibles y viables, mientras se aprovechan las plantas ya instaladas que son eficaces y no representan riesgos operativos, garantizando así precios eficientes y competitivos.
Según el estudio “Desafíos y Oportunidades en el Abastecimiento del Sector Eléctrico en Guatemala” publicado por CABI en enero, la demanda energética está siendo impulsada por los siguientes factores principales. Primero, la urbanización progresiva, que genera un incremento en la demanda energética debido al desarrollo urbano y un aumento en los ingresos que conlleva mayor consumo eléctrico. Segundo, la demografía positiva, evidenciada por el crecimiento poblacional y el bono demográfico. Tercero, el proceso de desarrollo y modernización urbana que impulsa el crecimiento económico del país.
“Creemos que a nivel de las diferentes entidades que hemos evaluado la situación actual del sector eléctrico en el país, en el caso de CABI desde una perspectiva primordialmente económica, existe un diagnóstico consensuado con respecto a que Guatemala posee un marco regulatorio y legal exitoso y robusto, el cual cuenta con las herramientas necesarias para hacer frente al problema de escasez de oferta y un compromiso ambiental en la reducción de emisiones, pero que es necesario activar, urgentemente, ciertas normas que han estado inoperantes en el pasado. En primer lugar, es fundamental reconocer que hay un claro margen para mejorar la normativa y realizar pequeños ajustes que puedan impulsar al sector. En segundo lugar, el aumento de la dependencia externa a través de importaciones de energía de oportunidad es evidente, lo que requiere un enfoque que contemple tanto el corto como el largo plazo.
Por último, en un país que utiliza leña para cocinar y otras fuentes contaminantes, el esfuerzo no debe limitarse únicamente a la generación de energía eléctrica”, señaló Paulo de León, Director de Inteligencia Económica y Financiera de CABI.
El análisis identifica tres pilares fundamentales para las nuevas contrataciones de energía eléctrica. El primer pilar es la gestión de riesgos, que implica la adaptación a un entorno cambiante y la evaluación integral de factores de riesgo. El segundo es la factibilidad, que requiere la consideración de realidades sociales, legales y financieras, así como el poder adquisitivo de la población y acceso a la electricidad y, muy importante, la evaluación de la viabilidad de ejecución de los proyectos. El tercer pilar es la sostenibilidad, que busca un balance entre rentabilidad financiera y sostenibilidad ambiental, adoptando un enfoque integral en la planificación de inversiones, dado que el objetivo primordial es suministrar la energía más económica a los usuarios finales. No se trata solo de licitar, sino de abordar el tema de manera integral, considerando que las inversiones pueden retrasarse o cancelarse si no se contemplan todos estos aspectos.
CABI recomienda promover una matriz energética donde se utilice eficientemente la capacidad de generación existente y adicionar nuevas fuentes de energía a la misma, diversificando la matriz de generación aún más, para no caer en una dependencia excesiva de solo una fuente de energía externa. Ya que esto acarrea múltiples factores de riesgo, incluyendo la compleja geopolítica actual, la incertidumbre en la volatilidad de precios, la deficiente infraestructura portuaria, las grandes inversiones requeridas y el impacto potencial del aumento de importaciones en la estabilidad macroeconómica del quetzal. Sin embargo, el análisis aclara que no se trata de cerrar la puerta a energías alternativas, sino de evitar una dependencia excesiva de ellas.
De manera similar, la investigación advierte que no es recomendable depender exclusivamente de tecnologías renovables. Guatemala no es un causante principal del cambio climático, sino que sufre sus efectos y enfrenta prioridades urgentes como la pobreza, la desnutrición y la urbanización. Aunque el nivel actual de energías renovables ya aporta significativamente, el país es particularmente vulnerable a las condiciones climáticas. Sin embargo, esto no significa descartar proyectos hidroeléctricos o solares, sino que se debe evaluar diversificar hacia otras opciones, como la geotermia y los usos de biomasa.
Fuente. CABI