Los traumas (golpes, contusiones, cortadas, etc.) en niños es una causa frecuente de visita a una sala de urgencias pediátrica. Al recibir al niño el pediatra aplicará un protocolo de manejo inicial en primer lugar determinando la lesión principal y evaluando las posibles lesiones secundarias o consecuencias a raíz de la lesión principal. “Algunos de los puntos que va a atacar con prioridades son: mantener los niveles de oxígeno, nivelar la presión arterial y si la lesión es en la cabeza, regular la presión intracraneal al igual que la circulación sanguínea” expuso el Doctor James Callahan, del Children´s Hospital de Philadelphia, quien participó en la Jornada Científica del Hospital Paitilla.
Una vez el niño se golpea, en especial en la cabeza, no debemos dejar que se duerma y tenemos que observar de inmediato lo siguiente: signo de la postura “estirada”, quejidos, vómitos, dolor de cabeza, palidez, convulsiones, alteración en el estado de conciencia, falta de contacto visual, dificultad en la marcha o en la movilización de extremidades; son señales para acudir de inmediato a la sala de urgencias.
Lo más delicado ocurre en el cerebro a consecuencia del golpe, como la hinchazón o edema y las hemorragias que causan la muerte de neuronas y en algunos casos el fallecimiento del paciente, por lo que el médico actuará de inmediato aplicando protocolos como el ABCDE del tratamiento en urgencias, que en español sería: vías respiratorias despejadas, respiración, circulación sanguínea, inconsciencia y sus posibles causas y la exposición, que se refiere a retirar todas las prendas de vestir del paciente manteniendo su dignidad y minimizando la pérdida de calor corporal.
Luego, se establece un plan de tratamiento que puede incluir cirugía, intubación, ventilación, sedación, medicación en general, tomografía, radiografías, hospitalización, ya sea en habitación regular o en cuidados intensivos.
Someter al niño a un examen que involucre radiación es algo que un pediatra de emergencias toma muy en consideración antes de realizarlo por sus posibles efectos secundarios, sobre todo en la cabeza. Si el niño marca ciertos parámetros establecidos, el examen entonces si será necesario.
Los médicos se apoyan en estándares internacionales tanto para el diagnóstico como para el tratamiento, como la escala de diagnóstico de Glasgow, que se utiliza para valorar neurológicamente al paciente y medir su nivel de conciencia cuando ha sufrido un traumatismo craneoencefálico. Mediante números califica los niveles de reacción en la apertura de los ojos, respuesta verbal y respuesta motora.
La observación del niño de forma permanente desde que llega a la sala de urgencias y a través de todos los procesos, para monitorear cualquier cambio en su actitud, comportamiento o síntomas es vital, ya que en minutos se pueden dar cambios en la lesión que pueden afectarle de por vida si no se atienden.
El pediatra de emergencias no solo tendrá en la mira la situación actual del paciente, el análisis de la historia clínica del niño es fundamental para contemplar cualquier complicación a raíz del trauma.
El trauma es la causa número uno tanto de morbilidad como mortalidad en niños en países desarrollados en edades de 1 a 19 años, siendo los traumas contundentes en la cabeza los más frecuentes en el fallecimiento del infante, además de poder causar discapacidad intelectual o física. Se estima que de todos los niños que acuden al cuarto de urgencia por trauma en la cabeza, 90% de los casos resultan ser leves o moderados y son dados de alta cuando el niño se muestra receptivo a jugar o conversar, si asimila bien líquidos vía oral y sus exámenes arrojan buenos resultados.
Lastimosamente algunas de estas lesiones están relacionadas con maltrato infantil, lo cual debe alertar el médico para proteger al menor. Estos casos se encuentran más frecuentemente en niños menores de edad preescolar, e inclusive de meses de nacidos, en los que lo primero que buscará el pediatra, además de los otros síntomas descritos, son hematomas en el cuero cabelludo y aplicará los parámetros del ISS (índice médico para determinar la severidad de los traumas). En niños mayores, suelen ser golpes causados por los juegos propios de la edad, bicicleta, deportes de contacto, accidentes automovilísticos, etc.
Fuente. Hospital Paitilla