RD. El ministro de Relaciones Exteriores, Roberto Álvarez, planteó en su exposición en la Asamblea General de las Naciones Unidas que Haití no puede esperar más y aunque República Dominicana está convencida de que la única respuesta sostenible a sus problemas debe venir de los haitianos, la comunidad internacional “debe actuar ahora, para evitar que la situación del país se “desborde por completo”.
El ministro explicó que la violencia en el vecino país ha creado una profunda fragmentación social, que no permite la más elemental cohesión. Por su parte, “los haitianos esperan con desesperanza la tardada ayuda de la comunidad internacional”.
Asimismo, el canciller expuso que a pesar de las dificultades para llegar a acuerdos, el país aboga y desea que así sea, al tiempo de esperar que la sociedad haitiana logre el consenso necesario para superar la grave situación.
“Es responsabilidad de las autoridades haitianas controlar y poner término a las acciones de las bandas que están generando los crímenes tan atroces que podríamos calificar como de lesa humanidad; pero debemos quitarnos la venda y admitir que la policía haitiana, por sí sola, no va a desarrollar la capacidad para garantizar el orden y someter las pandillas”, dijo durante su alocución.
Enfatizó que para alcanzar este objetivo, la colaboración internacional es vital, si se quiere llevar estabilidad y tranquilidad al pueblo haitiano, a sus vecinos y a la región. “Ese es nuestro único interés”.
“Quisiera reiterar que las bandas criminales han aumentado su poder de asfixia en Puerto Príncipe y todo indica que la Policía Nacional de Haití (PNH) no tiene la capacidad para contener las mismas”, indicó Álvarez.
Álvarez saludó que el Consejo de Seguridad, extendiera el mandato de la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití (BINUH) hasta julio del 2023 y que incluyera la creación de una división para ocuparse de la violencia sexual y de género, una de las manifestaciones más aberrantes en este entorno de violencia.
Ante este escenario, advirtió que los resultados esperados de la BINUH están supeditados a lograr que los haitianos alcancen un acuerdo nacional como punto de partida, para combatir y neutralizar a las bandas, y en segunda instancia, asegurar la celebración de las elecciones, tan pronto como las circunstancias lo permitan.
Puntualizó que para implementar ese necesario proceso, la acción de la ONU debe apoyarse en la resolución del Consejo de Seguridad 2645 del 2022, que “nos coloca a la puerta de tomar las decisiones más pertinentes para evitar que la situación en Haití desborde por completo los cauces normales”.
Citó que, tal como plantea esa resolución, tan pronto como las condiciones de seguridad lo permitan, es preciso que todas las partes interesadas lleguen a un acuerdo político urgente dirigido por los haitianos, con vistas a organizar elecciones legislativas y presidenciales con la participación plena de la población, en especial de las mujeres, de la juventud y de la sociedad civil.
Álvarez hizo un recuento de varios momentos de la historia reciente que muestran que la sociedad haitiana sí tiene capacidad para unirse y actuar en momentos difíciles. Refirió como ejemplo, el derrocamiento de la dictadura en 1986, y la reacción al desastre creado por el terremoto del 2010.
Recordó, además que ante ese terremoto, toda la población haitiana se unificó y de manera solidaria se movilizó en apoyo y rescate de sus vecinos. Asimismo, el mundo entero se activó y acudió a socorrer a Haití. Por supuesto, el pueblo dominicano se hizo presente inmediatamente de forma masiva, en socorro de los vecinos haitianos.
Expuso que no solamente frente a las catástrofes naturales, sino que también en 1986 predominó el civismo y, toda la población se unió para frenar la dictadura que perduró por más de dos décadas; o sea que, el pueblo haitiano cuenta con experiencias históricas para unirse y afrontar las adversidades.
Hoy, la situación es dramáticamente diferente, consideró Álvarez. Ante la inhabilidad de las autoridades de establecer el orden y garantizar la seguridad ciudadana, la población haitiana se siente abandonada a su propia suerte, por el miedo generalizado que paraliza a una gran parte de la población, particularmente en Puerto Príncipe.
Fuente: Listin Diario.