Estimated reading time: 4 minutos
Tras más de dos décadas de negociaciones, los países miembros del Mercosur y la Unión Europea sellaron el viernes un histórico acuerdo que permitirá la creación de una de las zonas de libre comercio más grandes del mundo.
La firma se produjo en Montevideo, durante la cumbre del bloque sudamericano, conformado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, después de que un borrador inicial presentado en 2019 provocara diferencias sobre cuestiones ambientales, económicas y políticas retrasaron su aprobación final, con Francia entre los principales detractores.
“Nos paramos juntos en un escenario mundial como socios… significa más trabajos y buenos trabajos, más elecciones y mejores precios”, dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen en una rueda de prensa tras la firma, en la que participaron los mandatarios de Argentina, Javier Milei, de Uruguay, Luis Lacalle Pou; de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; y de Paraguay, Santiago Peña.
Von der Leyen agregó que “el Mercosur traerá beneficios significativos a los consumidores y las empresas a ambos lados, facilitará la inversión europea… esto traerá grandes oportunidades de negocios”.
Pese al consenso alcanzado en la capital uruguaya, el polémico pacto sólo entrará en vigor tras ser ratificado por los 27 Estados miembros de la Unión Europea, así como por el Parlamento Europeo y las asambleas nacionales de los países implicados.
De concretarse, el acuerdo entre la UE y el Mercosur crearía una de las áreas de libre comercio más grandes del mundo, que abarcaría a más de 700 millones de personas y el 25 % del Producto Interno Bruto mundial.
Tras la firma, la ministra de Comercio francesa, Sophie Primas, reafirmó la oposición de Francia, afirmando que el acuerdo sólo vincula a la Comisión Europea, no a los estados miembros.
Primas se comprometió a resistirse a las próximas etapas, citando preocupaciones sobre los efectos ambientales y agrícolas, en una postura que pone de relieve los obstáculos que enfrenta el pacto para obtener la aprobación de toda la UE.
Largas negociaciones y potenciales beneficios
Las negociaciones entre los bloques iniciaron en 1999, aunque sólo fue 20 años después cuando se anunció un acuerdo inicial, que nunca llegó a ser ratificado.
A lo largo de las conversaciones, Francia —que tiene la mayor industria agrícola de Europa— ha sido el principal opositor al acuerdo, una postura que ha sido acompañado por otros países como Polonia, Austria y Holanda.
En el lado opuesto, entre los principales impulsores del tratado destacan España, Italia, Portugal y sobre todo Alemania, que ve en Sudamérica un mercado clave para su sector automotriz.
De ser ratificado, el acuerdo UE-Mercosur supondría la reducción de aranceles y barreras comerciales entre los bloques y facilitaría a las empresas de ambos lados exportar bienes.
Para los europeos significaría aranceles más bajos para productos como automóviles, maquinaria y productos químicos, en tanto que los países sudamericanos tendrían un acceso privilegiado a los mercados de la UE para sus exportaciones agrícolas, como el azúcar y la carne de res y de aves de corral, ya que lograrían eliminar en un 70 % los aranceles de los productos exportables.
A pesar de los beneficios, algunos países que han sido testigos de las décadas de vaivenes del acuerdo comercial no están celebrando todavía, pues el camino hasta una eventual entrada en vigor todavía es largo.
“Cualquiera que tenga un poco de memoria es escéptico. Parece que ya hemos pasado por eso antes. Han presentado líderes, han declarado la victoria y han celebrado y, sin embargo, siempre parece haber un problema”, dijo Brian Winter, vicepresidente de Americas Society/Council of the Americas, con sede en Nueva York.
En ese marco, el canciller de Uruguay, Omar Paganini, reconoció que la efectiva puesta en marcha del acuerdo y sus beneficios aún dependen de varias etapas, como la revisión de distintos organismos y la ratificación individual de los países.
“Es un proceso que demora, demora un año, un año y medio para poder entrar en vigencia”, explicó a los periodistas. “La parte comercial la tiene que aprobar las autoridades de la Unión Europea y las autoridades de cada país del Mercosur”.
Además, el pacto posee otros apartados adjuntos referentes a temas ambientales y laborales, que igualmente tienen que ser aprobados por los respectivos órganos reguladores de cada país, cuyas etapas pueden ser distintas según los procesos de cada país, agregó el canciller uruguayo.