Miles de toneladas de los alimentos producidos se desperdician cada año, mientras millones de personas siguen muriendo de hambre. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y a Agricultura (FAO) estima que el 31% de los alimentos producidos se desperdician en todo el mundo.
Los alimentos se cultivan, cosechan, elaboran, envasan, transportan, distribuyen, comercializan, adquieren, preparan y después… se desechan, advirtió el organismo este 29 de septiembre en el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos.
Así, cada año, aproximadamente el 14 % de los alimentos que producimos se pierde desde que se cosecha hasta que llega a las tiendas. Mientras que minoristas y consumidores acaban desperdiciando otro 17 %, alertó la FAO en un informe publicado en su página web.
El organismo de las Naciones Unidas señala que la pérdida y el desperdicio de alimentos también contribuyen en gran medida a la crisis climática, habida cuenta de que suponen hasta un 10 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
En algunos países, la cadena de suministro de alimentos ya va camino de superar a la agricultura y el uso de la tierra como principal factor que contribuye a estas emisiones, lo que aumenta la inestabilidad del clima y los fenómenos meteorológicos extremos como las sequías y las inundaciones.
Agregó que esto, a su vez, «repercute» en el rendimiento y la calidad de los cultivos, agrava la pérdida de alimentos y amenaza todavía más la seguridad alimentaria y la nutrición.
Y, aunque el mundo produce suficientes alimentos para abastecer a su población, «casi 830 millones de personas siguen pasando hambre cada día». Destacó que esta falta de correspondencia entre la oferta y la demanda tiene múltiples causas, que son «síntomas de las grandes ineficiencias de nuestras cadenas de suministro agroalimentario», un término que abarca, entre otras cuestiones, todo el recorrido de los alimentos desde la explotación agrícola hasta la mesa.
En consecuencia, «abordar estas ineficiencias y romper el círculo vicioso entre la pérdida y el desperdicio de alimentos y el cambio climático, sobre todo en un momento de inflación de los precios de los alimentos, es una prioridad fundamental».
Soluciones
Para hacer frente al desperdicio de alimentos en el mundo, la FAO informó que ha puesto en práctica varios proyectos encaminados a reducir la pérdida de alimentos y aumentar la eficiencia de los sistemas agroalimentarios.
Algunos de los proyectos que muestran resultados prometedores están relacionados con la producción de frutas y hortalizas en Asia meridional, donde uno de los cultivos más importantes es el de mango.
Explicó que los mangos maduros tienen muchos usos. Se pueden consumir frescos o utilizarse como ingredientes en la preparación de dulces, helados, sorbetes y productos de panadería. Además, su pulpa tiene un alto contenido de fibra alimentaria, vitamina C, provitamina A, carotenoides y antioxidantes.
«Como otras frutas, los mangos frescos se deterioran con rapidez debido a su elevado contenido de humedad y su naturaleza delicada. Si no se recolectan en la etapa correcta de maduración y si no se manipulan de forma adecuada en toda la cadena de distribución, los mangos sufren tanto en términos de calidad como de cantidad, lo que da lugar a pérdidas y a la reducción de los ingresos de todos los que participan en su producción y su manipulación después de la cosecha. Además, una manipulación indebida y las infestaciones acortan su vida útil, lo que, a su vez, limita su venta y acarrea pérdidas económicas», subrayó a FAO.
En los campos de Asia meridional, por ejemplo, los expertos de la FAO observaron que los agricultores locales a menudo tenían escasos conocimientos sobre la forma de manipular las frutas y hortalizas después de la cosecha y tampoco disponían de los recursos para abordar problemas de calidad en la cadena de suministro. Esto puede provocar la pérdida de más de la mitad de las hortalizas recolectadas.
Las principales causas de las pérdidas posteriores a la cosecha son las enfermedades, las infestaciones por plagas, las técnicas de recolección inadecuadas, la manipulación descuidada y las condiciones de envasado y transporte deficientes.
Sin embargo, cuando la FAO capacitó a los agricultores para que aplicaran buenas prácticas de gestión poscosecha y utilizaran cajas de plástico reutilizables en lugar de sacos de malla de un solo uso para transportar sus productos, este cambio reportó mejoras drásticas.
Resultados sorprendentes
Más recientemente, la FAO ha introducido buenas prácticas y soluciones de bajo costo sostenibles para aumentar la calidad y vida útil de los mangos en Bangladesh. Las pruebas muestran que, a pesar de su bajo costo, estas medidas tienen grandes repercusiones.
Por ejemplo, el uso de cajas de plástico para el envasado a granel redujo al mínimo las pérdidas durante el transporte y, en el caso de los mangos tratados con agua caliente para controlar las enfermedades poscosecha, la vida útil en las tiendas y los mercados aumentó significativamente. Las nuevas herramientas y técnicas de recolección, como la mejora de las varas recolectoras o el uso de tijeras y guantes para cortar el tallo de la fruta en lugar de arrancarla con las manos, redujeron las lesiones mecánicas a la fruta y, además, el corte de los tallos ayudó a que las frutas no se mancharan de látex al envasarlas en cajas, lo que las hacía más atractivas en tiendas y mercados.
En general, gracias a las mejoras en las prácticas de manipulación después de la cosecha, además del tratamiento con agua caliente, se obtuvieron mangos de mejor calidad y con una mayor duración en el comercio al por menor, lo que dio lugar a una reducción de entre el 70 % y el 80 % del número de mangos desperdiciados debido a la descomposición durante un período de cinco días. Esta disminución del desperdicio de alimentos, sumada a una vida útil más larga, reportó importantes beneficios económicos tanto para los agricultores como para los minoristas.
“Estas increíbles mejoras demuestran que los pequeños cambios en las prácticas poscosecha, junto con un equipo de bajo costo, pueden tener grandes repercusiones en la calidad y la vida útil de los productos frescos y en la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos”, declaró Rosa Rolle, Oficial superior de desarrollo empresarial de la FAO.
Puntualizó que actualmente la FAO está promoviendo estos resultados y prácticas ante las partes interesadas de todo el mundo. Hasta la fecha, al menos 5,000 pequeños productores en toda Asia ya han recibido capacitación en la producción y comercialización de frutas y hortalizas frescas.
Fuente: La Estrella de Panamá.