Las persistentes presiones inflacionarias mundiales, las perturbaciones por la guerra entre Ucrania y Rusia y el cambio climático amenazan con provocar una crisis alimentaria global sin precedentes, arrastrada por el alto precio de los alimentos.
“Hay una gran preocupación por los precios de los alimentos y la inflación mundial”, alertó en una entrevista con “La Decana”, Adoniram Sanches, coordinador subregional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para Mesoamérica.
Sanches estimó que para este 2022 el precio de los alimentos “será caro, pero hay alimento”. Sin embargo, “para 2023 será caro, pero no se sabe si será la cantidad que tenemos hoy”.
Y es que la guerra en Ucrania alteró el comercio mundial, aumentó los costos de transporte, los plazos de entrega y dejó a los agricultores sin acceso a los insumos que necesitan para producir en los campos.
Los costos de los fertilizantes químicos subieron hasta más del 60%. La región que ahora está en guerra (Rusia-Ucrania) era también la mayor exportadora de urea y la segunda de potasio.
El incremento en el precio de los fertilizantes químicos presiona los costos de productores del campo y encarece los bienes agropecuarios.
En Panamá la bolsa de urea de $28 subió a $62, por lo que “los agricultores están usando menos fertilizantes”, aseguró Sanches, y como consecuencia “se espera que vaya a haber problemas en la cosecha de noviembre y diciembre. La productividad será menor».
Por otro lado, la frecuencia e intensidad con la que se suceden las alteraciones y los eventos climáticos no dan tregua para que los productores puedan recuperar sus cosechas entre un desastre y otro.
Los expertos en la materia prevén que “lo peor está por venir” y que “las consecuencias sobre las próximas cosechas repercutirán en todo el mundo”, y peor aún, con las presiones económicas actuales, se corre el riesgo de que se “sufra otro año de hambre récord”.
Unas 828 millones de personas padecían de hambre en 2021, 46 millones más que en 2020 y 150 millones más que en 2019, según datos del informe “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI)” de la ONU, de julio 2022.
En su informe, la ONU llamó a los gobiernos a actuar cuanto antes para contener la hambruna, pero la realidad es que capacidad de respuesta de los gobiernos se ve limitada por sus propios problemas económicos: depreciación de la moneda, inflación, endeudamiento, mientras aumenta la amenaza de una recesión.
Buscar la normalidad del comercio mundial
El alto representante de la FAO recordó que, en el 2021, en un contexto de pandemia, el comercio internacional fue fuertemente golpeado en el aspecto logístico y ahora por la guerra entre Ucrania y Rusia, están faltando rubros como el trigo y el girasol, que provienen de esas zonas de conflicto.
A mediados de julio pasado, Ucrania y Rusia firmaron un acuerdo, auspiciado por la ONU, para permitir la exportación de más de 20 millones de toneladas de grano ucraniano bloqueado en los puertos del Mar Negro, con el objetivo de aliviar la creciente crisis alimentaria mundial.
Pero, a pesar del alivio proporcionado por el acuerdo de exportación, el alto precio de los granos “persiste”, señaló el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su informe “Perspectivas de la Economía Mundial: Afrontar la crisis del costo de la vida, publicado este viernes 14 de octubre.
El organismo multilateral afirmó que “el conflicto (Ucrania-Rusia) también ha elevado los precios de los alimentos en los mercados mundiales”, y “la situación acarrea graves penurias para los hogares de menores ingresos en todo el mundo, y sobre todo en los países de ingreso bajo”.
Frente a estos escenarios de “incertidumbre”, existe la necesidad de encontrar la normalidad en relación con el comercio internacional, especialmente de granos y cereales que se cultivan en la zona de guerra.
“Ahora los mercados tienen que buscar la normalidad con más fuerza para evitar el aumento de precios”, afirmó Sanches, en el marco de un evento en la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Panamá, sede en Chiriquí, alusivo al Día Mundial de la Alimentación.
El FMI alertó que el aumento de las presiones de los precios sigue siendo la “amenaza” más inminente para la prosperidad actual y futura, porque “restringe” los ingresos reales y “socava” la estabilidad macroeconómica.
Se espera que la inflación mundial aumente de 4,7% en 2021 a 8,8% en 2022, para luego descender a 6,5% en 2023 y 4,1% en 2024, según las previsiones del FMI.
Por lo tanto, “se debe mantener el curso de política monetaria para restaurar la estabilidad de precios, y la política fiscal debe procurar aliviar las presiones sobre el costo de vida”, abogó el organismo.
El proteccionismo ¡no!; dejar fluir el comercio ¡sí!
Para Sanches, FAO las medidas proteccionistas “no” son la mejor opción para hacerle frente al alto precio de los alimentos, sino más bien “hay que dejar fluir el comercio”.
En el 2008 ocurrió un caso muy particular de “proteccionismo” con el arroz de Malasia, país que tiene el 22% de mercado internacional del rubro, debido también al alza de precios.
“Eso sirvió para evitar un problema de desabastecimiento interno, pero acabó con que el arroz no salió, y los precios se dispararon”, comentó Sanches.
Más recientemente, en enero y febrero de 2022, India, país que contribuye con el 46% del mercado internacional de trigo, detuvo la exportación del cereal ante los precios internacionales.
“El mercado rapidito mostró aumento en el precio al consumidor. El mercado no es real porque especula mucho con las noticias”, por lo que Sanches insistió en que “la solicitud de FAO a los gobiernos es que dejen el comercio fluir”.
Indicó que “el combate a la inflación” en la relación de precio pasa por más producción, más fertilidad, innovación y tecnología, y por detrás está la oportunidad de “capitalizar el sector”.
En ese sentido planteó a los gobiernos reorientar el apoyo que actualmente prestan a la agricultura para reducir el costo de las dietas saludables.
“Ahora es una oportunidad de poder el sector tener ahí una capitalización de aumentar su producción, innovación y tecnología”, sostuvo Sanches.
La producción nacional, clave para la seguridad alimentaria
La pandemia sirvió para demostrar que la agricultura es imprescindible para la vida de las personas. Cuando la mayoría de las actividades se detuvieron, la agricultura siguió adelante y sirvió para asegurar la alimentación de la población mundial.
En este sentido, Sanches destacó la importancia de ampliar la producción agrícola con más tecnología, de rubros como: arroz, maíz, café, frutas y vegetales.
Y Panamá, por ejemplo, expresó, tiene facilidades que favorecen la actividad como la presencia de lluvias, una masa boscosa del 68% del país y un gran sumidero de carbono.
En ese sentido, recomendó ampliar la agricultura en el país, en regiones como la península de Azuero o la comarca Ngäbe-Buglé, porque los índices de producción todavía «son bajos».
«Hay que retomar la producción nacional, algo para exportación, pero que gran parte circule en el mercado nacional, para que las personas tengan más acceso (de productos) y precios», sugirió.
Según el regional de la FAO, también es interesante que Panamá, dentro de un mismo Tratado de Libre Comercio (TLC), esté buscando espacio para la producción de arroz o leche u otros productos.
«Esos son los factores que dejan a un país con menos vulnerabilidad internacional con relación a precios. Cuando un país tiene una buena estrategia de seguridad alimentaria, no va a importar inflación por precio”, aseveró Sanches.
Desde mediados de 2020 Panamá mantiene bloqueado el ingreso de productos lácteos, cárnicos y algunas frutas costarricenses, por cuestiones de carácter fitosanitario.
Y en marzo de 2022 solicitó formalmente a los Estados Unidos la revisión de los términos del Tratado de Promoción Comercial (TPC) y la desgravación arancelaria de los productos sensitivos, como el arroz y el pollo (pieza de muslo encuentro).
A juicio de Sanches el TLC “golpeó” mucho la estructura del agro y produjo una “importación desenfrenada”, pero ahora, reiteró, se tiene toda la posibilidad de retomar la producción interna con productos que “no” van a ser importados y buscar la autosuficiencia o soberanía alimentaria.
“Es una oportunidad de poder establecer políticas, y, claro, no siempre acordando mucho bilateralismo para evitar conflictos de fronteras…, es una posición diplomática”, apuntó Sanches.
Consideró que Panamá tiene un camino bastante interesante, pues es un país que tiene espacio fiscal, institucionalidad democrática, tiene problemas políticos “¡sí!”, pero está funcionando.
Perspectivas
Las previsiones de la FAO de los precios de los alimentos al consumidor para el 2023 son a una tendencia al alza. «Vamos a entrar a un 2023 con los alimentos caros, en una condición de mucha inestabilidad, mucha vulnerabilidad por el cambio climático, y por la situación de paz en el mundo. Parece que no tenemos un horizonte definido», sentenció Sanches.
Así que mientras que sigan los problemas del costo de combustible, el transporte y la escasez, los costos continuarán llegando a los países más caros.
«Todos esos factores de logística hacia afuera, de combustible no están estables y por eso es que para 2023 los precios de los alimentos estarán como están o serán más caros y quizás con problemas, ahí sí, de escasez, principalmente de cereales: trigo, cebada, sorgo», alertó Sanches.
Explicó que en esa área donde está el conflicto, (y que no ha parado) están los campos de trigo que no fue cosechado y que no fue sembrado en agosto, por lo que toda esa cadena de harina, de cereales se ha comprometido, al igual que el girasol, aunque éste es más fuerte.
«Los stocks que se formaban a partir de ahí, se almacenaban y poco a poco se han ido comercializando y distribuyendo, pero ahora están haciendo falta porque lo que estamos comiendo es del stock de antes de la guerra», apuntó.
Sin embargo, el maíz no porque en Brasil y Argentina reaccionan rápido y junto con Estados Unidos tienen buena oferta. Casi el 60% de nuestra dieta a nivel global proviene de cinco alimentos: papa, soja, maíz, trigo y arroz.
«Con el trigo fallando aquí, que es un complemento importante, pierde el equilibrio todo lo demás, por lo que pensamos que para el 2023 el problema va a persistir o quizás se puede agravar», sentenció el representante de la FAO.
Agricultura y cambio climático
Otro tema que le preocupa a Sanches es la relación de la agricultura con el ambiente, porque en su percepción los países “no” están cumpliendo las metas y los compromisos acordados en el Acuerdo de París.
“El cambio climático con la pandemia no está tan fuerte en la agenda, por lo que en la COP28 (Conferencia de las Partes, en noviembre de 2023) el tema principal será la agricultura sobre todo en los países exportadores de alimentos como la región centroamericana y suramericana”, adelantó.
Por otro lado, dijo que también hay una lentitud del apoyo internacional de los fondos de adaptación del clima. “Es una negociación larguísima de cinco años, costos elevadísimos para los proyectos; y esa lentitud hará que el sueño de tener un control de alrededor de 1,5 grados la temperatura no vaya a ser alcanzado”, puntualizó Sanches.
Fuente: La Estrella de Panamá.