Guatemala. Cuando se habla del papel de la industria eléctrica en el desarrollo, usualmente se piensa en su aporte técnico: llevar energía como motor del progreso. Pero su impacto va mucho más allá. En las zonas donde operan, los proyectos eléctricos pueden convertirse en plataformas de transformación social, ambiental y comunitaria.
Un ejemplo claro es Transportadora de Energía de Centroamérica S.A. (Trecsa), una empresa que no solo construye torres, subestaciones y líneas de transmisión, sino que también tiende puentes hacia el desarrollo sostenible junto a las comunidades.
Rodrigo Ronquillo, Gerente de Desarrollo Sostenible de la empresa, señala que su enfoque de Prosperidad Compartida busca generar relaciones de confianza, impulsar el desarrollo local y elevar la calidad de vida de las personas, con proyectos diseñados a partir de las prioridades comunitarias.
“Nuestro modelo de Prosperidad Compartida parte de un principio fundamental: generar desarrollo con las personas, no sobre ellas. Por eso, cada acción social que emprendemos respeta las prioridades locales, promueve la inclusión y está alineada con estándares internacionales de sostenibilidad y derechos humanos. Creemos que el verdadero progreso ocurre cuando la energía se transforma en confianza, diálogo y oportunidades.”

Durante 2024, la empresa ejecutó múltiples iniciativas sociales, beneficiando directamente a más de 3,500 personas. Estas iniciativas fortalecen capacidades locales, mejoran infraestructura, apoyan la agricultura sostenible, promueven la educación y protegen el entorno natural. Se trata de una gestión social estratégica, preventiva y orientada a resultados.
Entre los proyectos más destacados del año se encuentran:
- Santa Marta Nebaj: Construcción de un salón comunal que ahora beneficia a 800 personas, fortaleciendo la cohesión social y la participación comunitaria.
- Las Pilas, Nebaj, Quiché: Edificación de un centro comunitario que fomenta la sana convivencia y el desarrollo social de 500 habitantes.
- Sununché II, Retalhuleu: Remodelación de dos aulas escolares, mejorando las condiciones educativas de 1,000 estudiantes.
- Finca Natividad, Palín, Escuintla: Entrega de equipos e insumos agrícolas fortaleciendo la soberanía alimentaria y generando oportunidades sostenibles para 400 familias campesinas.
Ronquillo concluye destacando que el verdadero valor de un proyecto eléctrico no está solo en transmitir energía, sino en construir relaciones duraderas con las comunidades. “Cuando logramos que las personas se sientan escuchadas, respetadas y parte de los cambios, la infraestructura trasciende lo técnico y se convierte en una plataforma de desarrollo humano”
En suma, la industria eléctrica – frecuentemente percibida solo como proveedora de energía – tambien puede ser un catalizador de bienestar y cohesión social.
Fuente. Trecsa