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Panamá. La Swsd, una conferencia que data de 1928, se celebra por segunda vez en Latinoamérica. Allí los profesionales de las ciencias sociales tratarán diversos temas, entre ellos, la migración. Kenia Batista, presidente de la Atsp, alertó que en Panamá los profesionales tienen desafíos como desempleo, contratos temporales y salarios bajos
Los problemas recurrentes que destruyen vidas y alejan la esperanza de un mundo más justo donde se respeten los derechos humanos, así como posibles estrategias de solución a la migración, son analizados en Panamá durante tres días en la Conferencia Mundial de Trabajadores Sociales (Swsd, por sus siglas en inglés).
La Swsd es una reunión global en la que participan trabajadores sociales y profesionales de las otras ciencias sociales, donde tratan temas, como migración, pobreza y desigualdad, violencia doméstica, violencia de género, erradicación del trabajo infantil, impacto social del cambio climático, democracia, derechos humanos y justicia social.
La reunión en Panamá es la primera tras el aislamiento por la pandemia de la covid-19; la primera en Centroamérica, y la segunda en Latinoamérica luego de 14 años de celebrarse en Brasil. La primera Swsd se realizó en 1928.
Kenia Batista, presidente de la Asociación de Trabajadores Sociales de Panamá (Atsp) y anfitriona del evento, reconoció que los temas que serán analizados demuestran que existe una deuda con la sociedad global, porque son problemas recurrentes que destruyen vidas y alejan la esperanza de un mundo más justo y que respete los derechos humanos.
“Precisamente nuestro país experimenta una de las situaciones más dramáticas en concepto de derechos humanos en su frontera con la hermana República de Colombia, en la provincia de Darién”.
En lo que va del año 2024, más de 100.000 migrantes han entrado a Panamá por la frontera natural con Colombia, la provincia de Darién. La cifra es 20% mayor comparada con marzo de 2023. Estos proceden de Haití, Ecuador y Venezuela, según cifras del Servicio Nacional de Migración.
Batista señaló que la situación de los miles de migrantes que llegan a Darién es alarmante. Son personas que desafían los peligros de una selva feroz, que ha cobrado la vida de seres humanos, que ante la crisis económica y social de sus países se lanzan a una aventura, soñando con lograr un futuro mejor para sus familias, lo que muchas veces se ve frustrado por las organizaciones criminales que lucran con estas personas, cometiendo delitos abominables y perversos.
Destacó que este cuadro, dantesco, en ocasiones, deja claro que no solo en el continente americano la pobreza, el hambre y la falta de oportunidades campean amenazando de muerte a seres humanos; igual ocurre en Europa, donde las migraciones denotan una falta de respuestas a las grandes necesidades sociales.
“Estas crisis humanitarias están presentes en todo el mundo: Haití, Congo, Palestina y muchos otros lugares donde el capitalismo se impone a la vida humana y la aplasta; algo totalmente inexplicable en pleno siglo XXI”, explicó.
En Panamá, la migración supone un reto para los cerca de 50 trabajadores sociales que representan a diversas entidades gubernamentales y organizaciones en los puntos de recepción en Darién, ya que estos profesionales llegan a áreas donde no acceden otras ramas, independientemente de que también tienen necesidades.
Para conocer de cerca la situación de Darién, algunos trabajadores sociales han tenido que ir a ver de cerca, relató, y agregó: “es necesario ir a constatar en qué condiciones están esas personas migrantes. Cree que somos una herramienta muy importante en el logro de identificar los verdaderos problemas de la población”.
Batista recordó que como en todas las profesiones, lamentablemente los trabajadores sociales sufren de desempleo, y aunque algunos trabajen para el sector gubernamental, no han logrado el estatus de permanente, lo que les impide ser sujeto de crédito y acceder a préstamos, como el hipotecario.
Explicó que en la práctica el contrato con el gobierno es temporal, es decir, de enero a diciembre, con posibilidad de renovación.
“Por qué si trabajamos con las necesidades de las poblaciones y el propio trabajador social tiene malas condiciones laborales, probablemente (ese profesional) no tiene un estatus como tal, cómo va a trabajar con las poblaciones que están en igual situación o peor que la que tú estás”, cuestionó.
“El trabajo dignifica, el trabajo decente que habla la OIT (Organización Internacional de Trabajo) es tener la capacidad de contar con seguridad social, que no solamente es pago de cuotas, sino la seguridad social que implica que cuando tú estás por contrato no puedes acceder a una vivienda, a una casa”.
Sumado a ello, manifestó, que trabajar sin permanencia también impide el desarrollo del puesto que el trabajador social tiene, pues de querer seguir avanzando se le limita, ya que en cuantía, también es bajo.
Batista concluyó, al referirse a los retos que tienen estos profesionales en el ejercicio, tampoco tienen un espacio independiente para trabajar.
En la conferencia Swsd hablaremos “de lo que nos afecta, de lo que no conseguimos, de lo que necesitamos para seguir luchando y trabajando, pues así como sucede en Panamá, también ocurre en la región y en algunas ocasiones en condiciones hasta peores de las que tenemos aquí”, puntualizó.