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Panamá. La dirección de Migración de Panamá reportó que hasta el 15 de diciembre contabilizó 509 mil personas que ingresaron a Panamá rumbo al Norte. En Estados Unidos, uno de los destinos preferidos, el tema migratorio es motivo de debate y presiones entre el Congreso y la Casa Blanca
Panamá cierra el 2023 con otra cifra récord en materia de tránsito de migrantes: más de medio millón de personas cruzaron la selva del Darién para llegar a Estados Unidos, lugar de destino, según cifras de la Dirección de Migración de Panamá. De ellos, aproximadamente el 20% son menores de edad o adolescentes que viajan sin un acompañante.
La entidad reportó que hasta el 15 de diciembre contabilizó 509,007 migrantes, lo que indica que en los últimos tres años el comportamiento migratorio dobla al del año anterior. Es así como en 2022 la Dirección de Migración registró 248,284 migrantes, pero un año antes fueron un poco más de 133 mil (ver tabla). Las cifras palpan una realidad muy distinta a la campaña impulsada por las autoridades panameñas, “Darién no es una ruta”, que pretendía desalentar el paso por esa ruta, donde aún no se conoce con certeza cuántas personas han muerto en el camino. Cuando los migrantes arriban a Bajo Chiquito, el primer pueblo del lado panameño que pisan, se les escucha decir que vieron cadáveres de padres, madres, niños o bebés que no lograron terminar el trayecto.
Como ha sido la constante, Venezuela es la nacionalidad que domina en la clasificación de origen con 324,436, seguida de Ecuador (55,714), Haití (45,135), Colombia (18,292). Mientras que los asiáticos han empezado a repuntar en la estadística. Este año fueron más de 39 mil los que ingresaron, en especial por lancha en la ruta del Pacífico, cuyo trayecto busca evitar el peligro de la selva darienita.
Agosto fue el mes de mayor tránsito con un poco más de 81 mil migrantes, seguido de septiembre con 75 mil, mientras que en julio pasaron por Panamá 55 mil. Mientras que el mes que menos migrantes ingresaron fue enero con 24,634. Estas cifras mensuales (2023), comparadas con el flujo de migrantes de todo el año 2010, por ejemplo, resultan exorbitantes tomando en cuenta que en esa fecha la cantidad de viajeros totalizó 1,578.
La incertidumbre que viven los migrantes cuando cruzan la parte más infernal del trayecto, la selva del Darién, continúa en su recorrido por Centroamérica hasta llegar a México, donde deben esperar meses, a veces hasta el año, para entrar a Estados Unidos usando la aplicación de inmigración de ese país. Un formulario que pueden descargar en el celular y que permite verificar en línea el caso del solicitante. La queja, no obstante, es el tiempo que toma a las autoridades estadounidenses responder las solicitudes, cientos de miles que se acumulan, pero que permiten un proceso seguro y ordenado en los puertos de entrada a ese país.
El tema migratorio es uno de los más debatidos y polémicos en el Norte, al grado de que el Congreso estadounidense está condicionando a la Casa Blanca la ayuda militar para Ucrania e Israel, y otros temas de seguridad nacional, a cambio de endurecer las medidas de migración para quienes cruzan la frontera sur de manera irregular.
Entre estas se contempla un acuerdo para implementar nuevas restricciones para las solicitudes de asilo, examinar la política para entregar permisos humanitarios y/o incrementar las deportaciones. Sin embargo, una vez que el inmigrante logra cruzar la frontera no hay garantía de alcanzar el anhelado sueño americano. Muchas veces no tienen un lugar seguro para dormir y terminan en las calles en tiendas de campaña improvisadas. La estancia en hoteles es limitada y cuando culmina no hay garantía de que consigan una cama en otro lugar. Este año, Nueva York pondrá fin a la política de dar alojamiento indefinido a cualquier migrante y dio un plazo de 60 días a quienes tienen mucho tiempo en los albergues para que los abandonen. La ciudad de Nueva York adeuda más de $130 millones a 110 hoteles que usan como albergues desde hace más de un año.
En 2023 el tema migratorio generó tensión en las relaciones diplomáticas entre Colombia y Panamá que aún no han sido superadas del todo. El segundo alega, aún, que su vecino no envía la información sobre la cantidad de personas que salen de Necolí u otros puntos fronterizos de Colombia rumbo a Panamá. Otra demanda consistía en los escasos esfuerzos de los colombianos para minimizar el tránsito por la peligrosa selva.
El reclamo de las autoridades panameñas a sus homólogos colombianos obedece principalmente a la responsabilidad que deben acatar los países afectados por el tránsito irregular. Colombia, como vecino, “debería atender el crimen organizado de ese lado de la selva, lo que requiere tomar decisiones al más alto nivel”, señalaba la directora de Migración Samira Gozaine, en reiteradas ocasiones. Por su parte, las autoridades colombianas siguen defendiendo que no pueden controlar los flujos de personas que salen hacia Panamá porque la frontera es sumamente porosa y en ocasiones las personas se internan en la selva por días, sin poder contar con un registro preciso, habría dicho en entrevista previa a La Estrella de Panamá, Fernando García, director de Migración de Colombia.
Fuente: La Estrella de Panamá.