Las protestas sociales tienen un impacto indudable en la economía de los países afectados y en el caso de Latinoamérica se suman a un crecimiento muy lento que impide reducir las tasas de pobreza rampante, expresó el secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el organismo económico de la ONU para la región, José Salazar-Xirinachs.
“Nosotros reflexionamos sobre la gobernanza y la calidad de las instituciones, y hay que entender que la mala política puede matar la economía. Cuando los países entran en círculos viciosos de protestas sociales y desestabilización política, la economía sufre mucho”, afirmó.
Sobre Perú, el caso actual más grave de convulsión social en Latinoamérica, el responsable de la CEPAL dijo que se necesitan “diálogos para lo inmediato”, que den pie a una negociación, aunque reconoció que “no son ejercicios fáciles porque cuando hay un ambiente en el que la gente está enardecida y resentida, por lo que percibe como represión, el ambiente es difícil para el diálogo”.
“La polarización extrema, las crisis de constitucionalidad y los cambios muy frecuentes de gobiernos siempre terminan desbordándose al campo económico. Es un reto político que las fuerzas sociales y los gobiernos lleguen a acuerdos para volver a la estabilidad», agregó Salazar-Xirinachs, quien participa en la sesión anual del Foro Económico Mundial de Davos.
El economista, quien asumió la dirección de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) el pasado octubre, explicó que la región sufre un crecimiento económico «estructuralmente bajo» y que no se puede achacar sólo a la pandemia o a las repercusiones de la guerra en Ucrania, aunque estos eventos evidentemente no ayudan.
Fuente: EFE.