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El crecimiento urbano de la actualidad es “insostenible”, plantea el informe denominado ‘Repensar la migración urbana’, desarrollado por el Banco Interamericano de Desarrollo y publicado este mes de 2023.
El documento plantea que en las últimas seis décadas, América Latina y el Caribe (ALC) ha estado experimentando una transición democrática sostenida, hacia la urbanización. Lo que ha dado como resultado que 530 millones de personas (que equivale al 82% de la población de toda la región), se concentren en las ciudades, las cuales abarcan menos de un 0,7% del territorio disponible.
Esto se debe al gran porcentaje de migración interna que hay en ALC, que representan el 70% del total de los migrantes. Esto quiere decir que 7 de cada 10 migrantes provienen del mismo país, y solo 3 son extranjeros.
Aún así, la migración internacional ha venido aumentando un 80%, entre 2015 y 2020, debido en su mayoría a la búsqueda de una mejor educación y de mejores oportunidades laborales y de negocio.
Esta llegada de ‘migrantes económicos es, a juicio del estudio, una muestra del “éxito” de las grandes ciudades. “Esto es una evidencia tangible de que su desempeño económico está superando al de otras ciudades y pueblos”, pondera el escrito.
Existe otro tipo de migrantes, aquellos que son movidos por la inseguridad que hay en sus países de origen. “Este grupo tiende a tener opciones limitadas en cuanto a dónde migrar y normalmente cuenta con menos información sobre las perspectivas económicas que ofrecen los diferentes destinos. Como resultado suelen experimentar más dificultades en las ciudades a las que llegan, y muchos enfrentan problemas para encontrar soluciones de vivienda asequibles y adecuadas, y a veces compiten con los habitantes locales por empleos escasos y mal remunerados”, agrega el informe.
Si este desplazamiento de migrantes nacionales e internacionales a zonas urbanas continúa, se terminará por agravar la desigualdad en la región, según el informe, la proporción de hogares urbanos con un ingreso per cápita diario inferior a $5,50 disminuyó un 42% entre 2000 y 2018. Mientras que en las zonas rurales, esa reducción solo fue del 23%.
Esta desigualdad no ocurre únicamente entre las zonas rurales y urbanas, pues dentro de las mismas ciudades han comenzado a propagarse los barrios informales, los cuales tienen malas condiciones de vida, mayor congestión vehicular y contaminación del aire.
Se estima que el 18% de la población urbana de ALC habita en estos barrios informales, los cuales, en muchos casos, no les dan la posibilidad a sus inquilinos de poseer derechos de propiedad, no respetan las regulaciones de zonificación ni los códigos de construcción en sus unidades habitaciones y tienen muchas dificultades para acceder a servicios básicos, como agua potable y saneamiento.
Se trata de una realidad con un fuerte componente espacial, con características exógenas como la etnicidad y el lugar de nacimiento. Un ejemplo de esto puede ser Colombia, en donde el 28% de los hogares identificados como indígenas o afrodescendientes están en barrios informales.
Esta realidad hace que elementos como la expectativa de vida, se vea afectada. “En las zonas más pobres de ciudad de Panamá, ciudad de México, Buenos Aires y Belo Horizonte también se ha documentado una esperanza de vida significativamente inferior”, revela la investigación.
¿Qué se puede hacer?
El crecimiento urbano es fundamental para el desarrollo económico, pues a mayor concentración de capital, mejores ingresos, pero este debe ir acompañado del desarrollo de políticas que permitan hacerlo de forma sostenible.
En este sentido, desde el BID indican que es necesario: facilitar la contribución de los migrantes en las economías de aglomeración urbana; aprovechar el perfil de edad más joven de los migrantes para insertarlos en mercados específicos; mejorar la capacidad de respuesta a los incrementos de corto plazo en la demanda de viviendas; aprovechar el capital humano de los migrantes capacitados; mitigar los posibles impactos negativos de la migración en grupos vulnerables; y mejorar la disponibilidad de viviendas a largo plazo.
Sobre este último punto, la entidad plantea que es fundamental “ofrecer incentivos para aumentar la oferta de unidades habitacionales que mejoren el empleo, es decir, viviendas que estén estratégicamente situadas o que tengan acceso a transporte público, lo que permite a los residentes y migrantes encontrar empleos mejor pagados en la ciudad y participar plenamente en la economía local”, esto permitiría aprovechar las oleadas de migrantes que se incrementan en el corto plazo, para potenciar la productividad de la economía local.
En el mediano plazo, la idea es ofrecer un tipo de vivienda que se adapte con facilidad a los cambios en la demanda. Esto quiere decir que incrementar la construcción de viviendas para hacerlas más asequibles y poder estar preparados ante el aumento constante de la demanda.
Para que la creación de políticas públicas pueda hacer frente al crecimiento poblacional en las grandes ciudades, el BID recomienda: fortalecer las instituciones locales, trabajar de la mano con el sector privado, adaptar las propuestas a las realidades específicas de cada país, desarrollar las políticas pensando en los locales y migrantes por igual, y planificar a largo plazo una virtual suspensión.
Fuente: La Estrella de Panamá.