Guatemala. A lo largo del tiempo, la inversión extranjera directa (IED) ha sido un factor clave en la transformación de las industrias a nivel global. Ha impulsado desarrollos significativos como el auge del petróleo en el siglo XIX, la expansión de la manufactura tras la Segunda Guerra Mundial y, más recientemente, una nueva ola de inversiones que está redefiniendo las industrias y reconfigurando el mapa del comercio internacional.
Desde el 2017, la configuración del comercio global ha comenzado a inclinarse hacia socios geopolíticamente más cercanos, una tendencia que podría acelerarse debido a los nuevos aranceles, preocupaciones de seguridad, y políticas industriales. Para comprender mejor esta transformación, McKinsey & Company presenta los hallazgos de una reciente investigación que analiza cerca de 200,000 proyectos de inversión extranjera directa anunciados globalmente entre 2015 y 2025, revelando patrones emergentes que podrían definir el rumbo de las industrias en los próximos años y su impacto en la región latinoamericana.
Una nueva era de inversión: perspectivas clave
La inversión extranjera directa promete moldear las industrias del futuro.
Los flujos de IED apuntan cada vez más a industrias que darán forma a la economía global como los centros de datos para inteligencia, la fabricación de semiconductores, vehículos eléctricos, baterías y otras manufacturas avanzadas. Desde el 2022, McKinsey estima que tres cuartas partes de los anuncios de nuevos proyectos han estado dirigidos a estas industrias y a proyectos de energía y minería, en comparación con menos de la mitad en el periodo anterior a 2020. Estas inversiones no solo expanden la capacidad de producción global, sino que redistribuyen geográficamente sectores estratégicos a nuevas regiones.
En este contexto, América Latina ha desempeñado un papel destacado al atraer una proporción considerable de inversión transfronteriza en el sector energético (al comparar con otras regiones). Esta tendencia se ha intensificado desde el 2022, con proyectos energéticos representando más del 80% del crecimiento en los anuncios de IED en comparación con el promedio de 2015 a 2019, reflejando el creciente interés por los recursos naturales de la región y su papel en la transición energética global.
Las empresas invierten a gran escala y siguen líneas geopolíticas.
Empresas multinacionales están realizando inversiones cada vez más grandes en industrias estratégicas que darán forma al futuro, impulsadas por la urgencia competitiva y la necesidad de consolidarse como actores globales en sectores clave. Estas apuestas reconfiguran los vínculos geopolíticos ya que las empresas (especialmente las provenientes de economías avanzadas) están acercando sus inversiones a sus países de origen o regiones aliadas.
De acuerdo con McKinsey, aunque los “megacuerdos” de más de 1,000 millones de dólares representan solo el 1% de los acuerdos transfronterizos, concentran la mitad del valor de los 20,000 acuerdos anunciados cada año desde el 2022. Los “megacuerdos” han impulsado prácticamente todo el crecimiento reciente de la inversión tanto en industrias que dan forma al futuro como en industrias de recursos.
Anuncios de inversión extranjera directa moldean la dinámica industrial.
Los anuncios de IED están reconfigurando la distribución global de industrias clave, así como los vínculos transfronterizos entre países y regiones. Economías que históricamente dependían de importaciones para productos como semiconductores o baterías, podrían fortalecer significativamente su capacidad de producción interna, generando un efecto en cascada sobre los flujos comerciales y las cadenas de suministro globales.
Además, la IED se orienta cada vez más hacia países con afinidades geopolíticas. McKinsey observa que las economías avanzadas han intensificado la inversión entre sí, mientras que los flujos hacia China han caído casi un 70%. En contraste, China ha pasado de ser un receptor neto a un inversor clave, aumentando en más de dos tercios sus anuncios de inversión hacia Medio Oriente, Europa y Latinoamérica. Por su parte, las economías emergentes han logrado atraer inversiones desde distintos frentes geopolíticos, reflejando una mayor diversificación.
En el caso de Latinoamérica, si bien la energía fue el principal motor de crecimiento, una gama más amplia de sectores también recibió mayores flujos entres 2022 y 2024. Por ejemplo, anuncios anuales de inversión en sectores de comunicaciones, software y manufactura avanzada crecieron un 23% en la región, a comparación con su nivel previo a la pandemia.
Navegar los cambios y señales en un entorno de alta complejidad
Las decisiones sobre inversión extranjera directa se están tomando en un contexto especialmente desafiante. Las crecientes tensiones geopolíticas, el rápido desarrollo de industrias emergentes clave y la evolución de políticas industriales están transformando profundamente el panorama de la inversión transfronteriza. En este entorno cambiante, los anuncios de IED ofrecen una visión estratégica del rumbo que podrían tomar las industrias, las rutas comerciales y la competitividad nacional.
Tanto líderes empresariales y responsables de política pública pueden aprovechar estos indicadores para anticipar y preparar ecosistemas de nuevos proyectos, adaptarse a la reconfiguración de corredores comerciales, responder al nuevo mapa de competencia global y prever qué economías podrían experimentar nuevas olas de crecimiento. Y particularmente a las empresas, McKinsey recomienda actuar con rapidez para asegurar su lugar en las industrias del futuro, sin comprometer su flexibilidad financiera, al mismo tiempo que enfrentan incentivos no tradicionales derivados de factores ajenos al mercado.
Fuente. McKinsey & Company