A medida que la transición energética mundial entra en una nueva fase, McKinsey & Company comparte sus perspectivas para el futuro.
Guatemala. Aunque se han logrado avances importantes en los nueve años desde el histórico Acuerdo de París, la transición energética mundial está entrando en una nueva etapa en la que es esencial actuar con urgencia y acelerar el cambio. La transición hacia energías limpias necesita equilibrarse con la asequibilidad, la resiliencia del sistema energético y la seguridad energética, todo en un entorno económico cada vez más incierto.
Para entender la situación actual, el reciente informe “Global Energy Perspective 2024” de McKinsey & Company ofrece perspectivas detalladas sobre la demanda de 68 sectores y 78 combustibles a lo largo del camino hacia el objetivo establecido de 1.5° en el Acuerdo de París, así como escenarios de transición energética los cuales han sido rediseñados para reflejar mejor las condiciones globales cambiantes, incluyendo cambios geopolíticos, cadenas de suministro cada vez más complejas y mayor inflación.
La nueva era de la transición energética mundial según McKinsey
Entre 2025 y 2035, se prevé que las emisiones mundiales alcancen su punto máximo antes de empezar a disminuir
En los escenarios analizados por McKinsey, para el 2050 se concluye que: 1) siguiendo una Transformación Sostenible se proyecta un aumento desde 1.8°C; 2) en un escenario de Continuo, se estima alrededor de 2.2°C y; 3) en una Evolución Lenta, aproximadamente 2.6°C; aunque todos los países cumplan sus compromisos actuales, las emisiones mundiales posiblemente seguirán por encima de la trayectoria de 1.5°C hasta el 2050.
El aumento de la demanda mundial de energía, impulsado principalmente por el crecimiento de las economías emergentes, se prevé que continúe hasta 2050
Se prevé que la demanda energética mundial crezca entre un 11% (en el escenario Continuo) y un 18% (en el escenario de Evolución Lenta) de aquí a 2050. La mayor parte de este crecimiento vendrá de economías emergentes, donde el crecimiento de la población y el fortalecimiento de la clase media se traducirán en una mayor demanda de energía. La reubicación de las industrias manufactureras de las economías maduras a las emergentes desplazará aún más la demanda hacia estas economías.
Se prevé un aumento acelerado en el consumo eléctrico a medida que surjan nuevos centros de demanda
El análisis de McKinsey sugiere que, entre 2023 y 2050, el consumo de electricidad podría más que duplicarse en los escenarios de transición más lentos, y casi triplicarse en los más rápidos, mientras que el consumo total de energía crecería hasta el 21% durante el mismo periodo. El auge de la inteligencia artificial (IA), soluciones en la nube y criptomonedas podrían suponer entre 2,500 y 4,500 TWh de la demanda mundial de electricidad en el 2050, lo que equivale al 5-9% por ciento de la demanda total.
La energía renovable constituirá la mayor parte del mix energético en el futuro
Las fuentes de energías bajas en carbono representarán entre el 65% y el 80% de la generación mundial de electricidad en el 2050, dependiendo del escenario, frente al 32% actual; este crecimiento es impulsado principalmente por el menor costo de almacenamiento de la energía renovable, así como las políticas y los incentivos.
Los desafíos que enfrenta el desarrollo de energías renovables necesitan ser superados para mantener un buen ritmo de transición energética
Aunque las energías renovables son ahora más económicas y representan una mayor parte del mix energético, se necesita trabajar en torno a la viabilidad económica y firmeza de algunos modelos de negocio de energías renovables.
La demanda fósil disminuirá, pero se espera que los combustibles fósiles sigan contribuyendo a satisfacer la creciente demanda de energía en todos los escenarios
Se espera que los combustibles fósiles, incluyendo el petróleo, gas natural y carbón, sigan desempeñando un papel en el sistema energético mundial hasta el 2050, satisfaciendo entre el 40% y el 60% de la demanda energética (dependiendo del escenario), en comparación al 78% en 2023. Según McKinsey, tanto los combustibles fósiles como las energías renovables formarán parte del mix energético en el futuro.
Expansión significativa de la red es necesaria para facilitar la electrificación
Para recuperarse de la falta de inversión y adaptarse a las energías renovables intermitentes, las inversiones en transmisión y distribución (T&D) podrían triplicarse para el 2050 según McKinsey, aumentando el costo de la red en el total promedio de la electricidad entregada a los consumidores. La demanda podría ayudar a aliviar el aumento de costos, no obstante, se espera que la descarbonización de la red con una mayor participación de energías renovables reduzca el costo promedio de generación, disminuyendo así el costo del sistema eléctrico en algunos casos.
La ralentización de la adopción de tecnologías de eficiencia energética podría hacer que la demanda de electricidad no se materialice
A pesar del crecimiento previsto de la demanda de electricidad, sigue siendo incierto si se materializará plenamente, especialmente en Europa, donde hasta el 40% del aumento previsto de 460 TWh en la demanda de electricidad de 2023 a 2030 podría no materializarse según McKinsey. Garantizar un caso de negocio viable, con los marcos e incentivos adecuados, y la voluntad de las partes interesadas en adoptar estas soluciones, es indispensable para resolver los cuellos de botella.
El despliegue de varias tecnologías no es suficiente para cumplir los objetivos 2030 en la Unión Europea y Estados Unidos
Uno de los principales obstáculos transversales a los que se enfrenta la transición energética es la falta de un compromiso firme con los proyectos en curso; en la actualidad, se estima que menos de la mitad de los proyectos de energía con bajas emisiones de carbono previstos hasta 2030 han alcanzado la decisión final de inversión (FID, por sus siglas en inglés) debido a dudas sobre la disponibilidad de materias primas y la competitividad de los precios.
En conclusión, para navegar con éxito la transición de combustibles fósiles, McKinsey considera necesario abordar reflexiones como el despliegue de capital, la mejora de casos de negocios, ajustes de regulación, la viabilidad tecnológica y el establecimiento de apoyo político y público frente a prioridades económicas y sociales contrapuestas.
Fuente. McKinsey & Company