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Costa Rica. En medio del pago de los aguinaldos, los trabajadores tienen que ser más precavidos que nunca.
Y es que los ciberdelincuentes han aumentado dramáticamente sus fechorías en este 2023.
Solo en el primer semestre de este año se reportaron fraudes por un valor superior a los ¢12 mil millones, según datos del Organismo de Investigación Judicial.
La cifra casi triplica los ¢4.700 millones que fueron sustraídos por los antisociales en todo el 2022, por lo que es lógico pensar que al final de este año, el monto robado será cuatro o cinco veces superior al último período.
Esto implica que el 2023 ha sido un año particularmente retador para el sector financiero, siendo uno de los más afectados por el cibercrimen a través de estafas a clientes utilizando múltiples métodos, como el engaño por correos electrónicos simulando provenir de instituciones reales, así como las llamadas telefónicas falsas.
Esto ha llevado a que los actores involucrados, desde la banca tradicional hasta las empresas proveedoras de servicios financieros tecnológicos, también llamadas fintechs, preparen nuevas armas contra la ciberdelincuencia.
Así también, la eventual aprobación de proyectos como el de la Ley de Ciberseguridad, así como iniciativas para imponer castigos más severos a los ejecutores de este tipo de delitos, se visualizan como un apoyo tanto para clientes bancarios como para la misma industria.
“Para enfrentar los retos en seguridad que presenta el mercado financiero en el país, es necesario que las instituciones hagan uso de soluciones especializadas que les permitan ofrecer con total seguridad sus plataformas digitales, y con ello, aumentar su competitividad”, afirma Facundo Renzini, gerente de la firma Fiserv para Centroamérica y el Caribe.
No obstante, a pesar de todos los esfuerzos que a nivel técnico se pudieran implementar, es poco lo que se lograría si no se genera una conciencia ciudadana sobre los cuidados básicos en cuanto a ciberseguridad, siendo que una gran parte de las estrategias utilizadas por el hampa están relacionadas con el exceso de confianza.
“La amenaza de robo de dinero también se cierne sobre aquellos que, sin salir de casa u oficina, pueden ser víctimas de estafas cibernéticas ingeniosas en perjuicio de clientes particulares o empresariales. Diversas tácticas como la ingeniería social, la suplantación de identidad, el phishing y el malware se están sofisticando”, afirma Ariel Ramos, docente de Ingeniería en Sistemas de Computación de la Universidad Fidélitas.
En este sentido, la provisión voluntaria de datos personales, que van desde números de cédula hasta claves o pines, ingresando a links que advierten sobre el supuesto cierre de una cuenta bancaria legítima si no se actualiza información, o intentos de manipulación por la vía telefónica, siguen perfilándose como los principales generadores de ciberdelitos en perjuicio de patrimonios económicos.
Fuente: La República.