Muchos problemas de la retina pueden detectarse temprano si se revisa la vista desde la niñez. Durante esta etapa la retina es especialmente vulnerable, ya que en esos años se desarrollan las conexiones visuales que acompañarán al ser humano durante toda la vida.
El Día Internacional de la Retina, que se celebra el último domingo de setiembre, es un espacio ideal para crear conciencia sobre la prevención, promover revisiones periódicas y resaltar que una detección temprana puede marcar la diferencia en la calidad de vida de niños y adultos.
Según explica la oftalmóloga y subespecialista en Retina y Vítreo, Dra. Dhariana Acón, la retina es el tejido que cubre toda la superficie posterior del ojo y es donde se encuentran las células encargadas de la visión: los conos, que permiten ver, sobre todo, los colores y de día, y los bastones, que hacen posible la visión en la oscuridad. Su centro se llama mácula, la cual es la zona de mayor visión a nivel ocular y permite leer, distinguir detalles finos, colores y todo lo que requiere gran precisión visual.
“La retina se empieza a formar desde que el bebé está en el útero y se termina de desarrollar en los primeros meses y años de vida”, agrega.
Acón señala que la retina puede afectarse desde el nacimiento. Entre las enfermedades más comunes se encuentran la retinopatía del prematuro, la enfermedad de Coats y las enfermedades genéticas o distrofias hereditarias.
“Incluso desprendimientos de retina podemos ver en pacientes de edad pediátrica”, anota la experta.
La retinopatía del prematuro afecta el desarrollo de los vasos sanguíneos en bebés nacidos antes de tiempo. La enfermedad de Coats provoca vasos sanguíneos anormales en la retina que deterioran la visión. Las enfermedades genéticas o distrofias hereditarias son alteraciones en los genes que dañan las células de la retina y pueden causar pérdida progresiva de visión.
Así, y aunque muchas de estas enfermedades en etapas tempranas pueden ser asintomáticas, la Dra. Acón comenta que algunos síntomas en estadios más avanzados pueden ser la disminución progresiva o súbita de la visión; la desviación ocular, es decir, que un ojo se desvíe por completo de su centro; o un cambio en la coloración del reflejo rojo, que en todos los niños debería ser simétrico. Cualquier alteración en ese reflejo, ya sea en uno o en ambos ojos, constituye un signo de alarma que requiere consulta inmediata.
De manera sencilla, este reflejo puede compararse con el destello que aparece en los ojos cuando se toma una foto con flash: ambos ojos deberían brillar del mismo color rojo.
En resumen, la retina actúa como una cámara fotográfica: capta la luz y la transforma en imágenes. Su función es esencial para captar, procesar y conservar las imágenes que hacen posible la visión y la comprensión del mundo.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 80% de los casos de discapacidad visual infantil pueden prevenirse o tratarse si se detectan a tiempo. Actualmente, alrededor de 19 millones de niños en el mundo viven con algún tipo de disminución visual, y de ellos 1,4 millones sufren ceguera irreversible. Además, se estima que el 80% del aprendizaje escolar entra por los ojos, lo que convierte a la vista en una de las principales herramientas para el desarrollo académico y social.
La prevención y la detección temprana son las herramientas más eficaces para cuidar la salud visual. La recomendación es realizar revisiones periódicas, así como limitar la exposición a pantallas en la niñez. También se destaca la importancia de fomentar juegos al aire libre y de mantener una alimentación rica en vitaminas A y C, junto con antioxidantes.