La conexión entre el ejercicio y la salud digestiva es un aspecto fundamental del bienestar general, pero muchas veces se pasa por alto. Desde la prevención del estreñimiento hasta la mejora del equilibrio de la microbiota intestinal, la actividad física juega un papel crucial en la función digestiva.
El Dr. Farhad Rezvani, gastroenterólogo de la Clínica Equilibrium, menciona que el movimiento del cuerpo favorece el tránsito intestinal, reduce la inflamación y contribuye a una microbiota más diversa y saludable, lo que tiene un impacto directo en la digestión y en la prevención de enfermedades.
“El sistema digestivo depende de la motilidad intestinal para procesar los alimentos y absorber los nutrientes de manera eficiente. La actividad física estimula el movimiento del tracto digestivo, ayudando a reducir el riesgo de estreñimiento. Las personas con un estilo de vida sedentario suelen tener un tránsito intestinal más lento, lo que puede llevar a problemas digestivos como inflamación abdominal, constipación, enfermedad diverticular y hemorroidal”, explica el especialista.
Según el Dr. Rezvani las personas que realizan al menos 30 minutos de actividad física de baja o moderada intensidad al día, experimentan menos síntomas digestivos como distensión, hinchazón, gases, dolor abdominal y estreñimiento. Salir a caminar, ha demostrado ser particularmente efectivo para mejorar la digestión.
Influencia del ejercicio en la microbiota intestinal
El intestino alberga billones de microorganismos esenciales para la salud digestiva y general. Investigaciones recientes han demostrado que la actividad física puede influir positivamente en la diversidad y equilibrio de la microbiota intestinal, lo que fortalece el sistema inmunológico y reduce la inflamación.
“Cuando somos activos mantenemos sano el sistema cardiovascular, mejorando así el flujo sanguíneo hacia nuestros intestinos, lo que favorece una adecuada absorción de nutrientes y oxigenación de los tejidos. Además, la actividad física favorece una mayor producción de ácidos grasos de cadena corta, que son esenciales para la salud intestinal y la regulación de la inflamación en todo nuestro organismo”, añade el especialista.
Explica, además, que las personas que realizan actividad física, asociado a dietas altas en fibra y bajas en grasas saturadas o harinas refinadas, presentan una microbiota más diversa en comparación con aquellos que llevaban un estilo de vida sedentario. Esto se traduce en una mejor digestión y en menor riesgo de padecer enfermedades inflamatorias intestinales, síndrome de intestino irritable e hígado graso. Mantener un peso adecuado disminuye el riesgo de otros padecimientos importantes como el cáncer de hígado y colorrectal.
El tipo de ejercicio importa
No todas las actividades físicas impactan de la misma manera en la salud digestiva. Ejercicios como el yoga y el pilates han demostrado ser beneficiosos para reducir el estrés, un factor clave en trastornos digestivos como la dispepsia funcional y el síndrome de intestino irritable.
“El estrés es un enemigo del sistema digestivo. Actividades que combinan movimiento con técnicas de respiración, ayudan a reducir los niveles de cortisol y otros factores proinflamatorios”, destaca el Dr. Rezvani.
Por otro lado, deportes de alta intensidad como ciclistas de alto rendimiento o maratonistas, ameritan asesoría nutricional pues pueden aparecer molestias digestivas si no se acompañan de una correcta hidratación, suplementación o alimentación. La clave está en mantener un equilibrio y adaptar la actividad física a las necesidades individuales de cada persona.
Mantenerse activo no solo beneficia el corazón y la musculatura, sino que también es un factor esencial para una buena salud digestiva. Adoptar una rutina de ejercicio regular puede prevenir trastornos gastrointestinales, mejorar la función intestinal y fortalecer la microbiota.
Fuente. Equilibrium