Ben Carrillo llegó de Guatemala a Estados Unidos como inmigrante ilegal cuando tenía 15 años. Hoy, a los 28, el joven que cruzó la frontera completamente solo es un productor y cantautor en ascenso manejado por Fabio Acosta y Vibras Lab. Ha trabajado con Sky Rompiendo y Mosty, grabado con Thalia y Bruses, abierto conciertos para Bad Bunny y, este mes, lanzó su EP Broken Hearts Anthem. Más allá del éxito, Carrillo tiene la esperanza de que su extraordinaria historia de trabajo, superación y motivación sirva de inspiración para otros inmigrantes que llegan a Estados Unidos — o a cualquier lugar del mundo — con solo sus sueños como equipaje.
Como dice Carrillo: “No somos ilegal aliens; somos soñadores”. Aquí su historia, en sus propias palabras.
Miles de inmigrantes tratan de pasar la frontera buscando nuevas oportunidades. Muchos de ellos mueren en el camino o son víctimas de violencia y violaciones, otros son atrapados y los que logramos llegar nos encontramos con una oposición muy grande. Hay leyes que nos discriminan, nos aíslan y nos cortan oportunidades, cuando lo único que queremos es trabajar, para poder ayudar a nuestros seres queridos. No somos delincuentes, ni violadores; somos gente honesta en busca de un mejor futuro.
Nací y crecí en un país hermoso: Guatemala. Pero un país donde la violencia, la corrupción y la pobreza van en aumento. Desde muy pequeño fui el hombre de la casa. Tuve que cuidar a mis hermanos, estudiar, trabajar y hacerme cargo de todos los mandados. Mi padre era músico y coreógrafo. Tuvimos relación pero no fue responsable, y mi madre, soltera y con tres hijos, hizo lo que pudo. Pero el mismo entorno en el que vivíamos y lo que ella vivió, hizo que nos creara un daño mental y emocional muy grande y que solo hasta ahora, mis hermanos y yo estamos sanando.
A mis 15 años mataron a mi papá; mi madre solo empeoró. Me vi en un punto donde ya no tenía un futuro en Guatemala: O me iba a la calle a buscar oportunidades, o buscaba un mejor futuro en los Estados Unidos, como muchos de mis familiares ya habían hecho. Conseguir visa era imposible; éramos pobres, no tenía a mi padre o a mi madre. Fui al campo y trabajé con mi abuelo en su finca cortando caña de azúcar y plátanos. Ahí junté un poco de dinero y a los 15 años, en enero del 2010, tomé la decisión de cruzar el desierto hacia Estados Unidos, persiguiendo el “sueño americano”.
Fueron unos 30 días en total. Casi tres semanas cruzando todo México y cinco en el desierto de Arizona, donde pasamos pantanos y corríamos entre highways. Después de muchos calambres, ampollas, pies ensangrentados, días sin comer, noches con mucho frío y días con mucho calor, logré llegar.
Hablé con diferentes abogados para ver si había alguna manera de conseguir los papeles, pero las leyes estaban y siguen siendo muy rígidas. No importaba que yo estaba escapando de mi país, por ahora tenía que vivir aquí ilegalmente. Pasaron los años. Estudié high school en Texas. Ahí me encontré con el rock, country music y hip hop. Aprendí inglés y me gradué. Hasta este punto, era un inmigrante, sin papeles. Sufrí racismo y discriminación, no solo por mi color de piel, sino también por mi estatus legal. Empecé a trabajar ilegalmente lavando platos en un restaurante. Fue gracias a eso que a los 18 años logré rentar mi primer apartamento y crear mi estudio de música. Como no tenía dinero para estudiar, buscaba tutoriales de YouTube y así aprendí a grabarme, componer y hacer mi propio mixing.
Después de 5 años de ser ilegal en Estados Unidos, mi tío escuchó en la radio un anuncio que hablaba de la oportunidad de conseguir papeles para los que fueran menores de 21 años y que no contaban con sus padres o que hubieran sido abandonados/maltratados. Ese era mi caso. Y así fue que conseguí mi residencia o Green Card.
Ese mismo mes, viajé a Medellín buscando oportunidades con diferentes productores. Conocí a Sky Rompiendo, Mosty, Feid, Ovy On the Drums, Rolo, Jowan y muchas personas de la industria que fueron esenciales para mi crecimiento artístico. Ahora que tenía mis papeles, pude regresar a Guatemala a ver a mi familia y me di cuenta que ellos se encontraban en la misma situación difícil que yo había pasado cuando vivía allá. Sabía que no quería ponerlos en el mismo riesgo de cruzar el desierto, pero no podía verlos pasarla tan mal en Guatemala.
En febrero de 2019 me mudé a Los Ángeles. Bajé toda mi música de las plataformas digitales, sabiendo que algún día iba a regresar. Pero mi enfoque ahora era ayudar a mis hermanos. Agarré tres trabajos, trabajando de 7 AM a 2 AM y ese mismo año, logré ser la persona encargada totalmente de ellos. Alquilé una casa en Guatemala, y con la ayuda de mi tía, mi sueño de ayudarlos se cumplió y hasta la fecha están bajo mi cuidado.
Ahora me encontraba en un punto donde no sabía cómo iba a empezar de nuevo mi carrera musical. Un día entrando a mi trabajo de mesero en Los Ángeles, me encontré con Fabio Acosta. Me acerqué a pedirle una oportunidad para enseñarle mi música y como un milagro, me dejó su email. Después de enviarle mucha música por dos años, a finales del 2021 firmé mi primer contrato de management con él y con Vibras Lab.
Desde ahí han pasado muchas cosas que el Ben de 15 años que cruzaba el desierto no podría ni imaginar. Tengo una canción con Thalia, canté frente a 40.000 personas abriendo el concierto de Bad Bunny en Guatemala y mi música está siendo reconocida cada vez más. Miro atrás y no creo todo lo que me ha pasado. Me pregunto cómo un chico de Guatemala, de escasos recursos, que vivió 5 años ilegal en Estados Unidos, ha logrado todo esto. No solo ha sido mi esfuerzo y dedicación, sino que la vida me ha llevado a oportunidades que solo se ven en las películas, como conseguir mi residencia y encontrarme a Fabio.
Sé que tengo ángeles que me cuidan. Sé que tengo un deber y es contar mi historia y demostrarle a mi gente latina que no importa de dónde vienes, lo que importa es para donde vas. Todo lo que nos pasa en esta vida tiene un propósito. Todo trauma se puede convertir en amor propio y amor hacia los demás y con trabajo duro, disciplina y constancia, TODO es posible.
Esto es algo que escribo desde mi corazón, para todas esas personas que están cruzando o que ya cruzaron, para decirles que Sí se puede, que el camino no es fácil, pero la recompensa es dulce. No somos “ILLEGAL ALIENS”, SOMOS SOÑADORES.
Rubén González Carrillo “Ben Carrillo”
Fuente. billboard.com