Una crema antienvejecimiento eficaz debe contener principios activos que ayuden a mejorar y cuidar la piel desde el interior.
Factores de crecimiento epidérmico: juegan un papel fundamental en la regeneración celular de la piel, aumentando la síntesis de colágeno y elastina, responsables de la elasticidad y densidad de la piel, y, por tanto, de la aparición de arrugas.
Fitoestrógenos: sustancia de origen vegetal que consigue redensificar la piel, disminuir la flacidez facial y devolver la luminosidad al rostro gracias a que potencia la síntesis del colágeno, proteína que conforma la estructura de la piel y le da cuerpo y volumen.
Ceramidas: son lípidos esenciales que forman parte de la barrera natural de protección de la piel frente a las agresiones externas: medio ambiente, sol y paso del tiempo. Las ceramidas ayudan a mantener la hidratación natural de la piel y retrasan el envejecimiento facial.
Ácido hialurónico: absorbe y fija el agua de la piel, mejorando la hidratación de la misma y dándole un aspecto más juvenil. Es un componente fundamental de nuestro tejidos y su tolerancia excelente incluso en piles sensible o con problemas dermatológicos. Además, tiene la capacidad de «rellenar» las arrugas provocadas por el paso del tiempo desde el interior, por lo que se reducen de forma visible. El resultado es un aspecto más joven y una piel más tersa y jugosa.
El uso de una crema con alto contenido en ácido hialurónico junto a otras técnicas médico-estéticas como la mesoplastia facial o infiltración de sustancias como vitaminas, oligoelementos , minerales y por supuesto ácido hialurónico producen excelentes resultados en el exterior y también en el interior de nuestra dermis manteniéndola hidratada.
Fuente. ideidermatologia.com