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México. El 29 de julio de 1982, el Velero Escuela Cuauhtémoc inició su travesía como parte de la Armada de México. Desde entonces, se ha consolidado como un símbolo naval con el distintivo título de Embajador y Caballero de los Mares, llevando el nombre de México por el mundo a lo largo de 43 años y 45 viajes de instrucción.
A pesar del paso del tiempo, la embarcación había mantenido su estructura en condiciones casi impecables. Su casco, libre de raspones y daños evidentes.
Sin embargo, la historia del Cuauhtémoc no sólo está marcada por honores y desfiles. En 2017, durante el viaje de instrucción Centenario de la Constitución, una tragedia golpeó a la tripulación.
El 11 de junio, mientras navegaba cerca del puerto de Goa, en India, una ola de gran tamaño barrió la cubierta, arrastrando consigo a la cadete Eva Lidia Nava Guzmán, de 21 años, originaria de Acapulco, Guerrero.
Durante cinco días se realizaron intensas labores de búsqueda, pero sin éxito. La embarcación regresó a México el 21 de noviembre de ese mismo año, con una ausencia que dejó una huella imborrable en la tripulación.
En 2020, la pandemia de covid-19 impuso un hito inesperado: por primera vez en su historia, el navío suspendió su tradicional crucero de instrucción. Esta pausa obligada marcó un paréntesis en su incansable recorrido marítimo.
La vida a bordo del Cuauhtémoc no está exenta de riesgos. A lo largo de sus décadas de servicio, se han registrado diversos accidentes durante las jornadas de instrucción: fracturas, caídas, lesiones en cubierta y, en casos más serios, hasta procedimientos quirúrgicos han tenido que realizarse en la unidad médica del barco.
Con los años, también han surgido leyendas que rodean al buque. Una de las más enigmáticas es la existencia de una figura de la Virgen de Guadalupe escondida en un punto secreto de la embarcación, que, según la tradición oral de los marinos, sólo saldrá a la luz si el barco llegase a ser destruido.
Otra creencia popular entre la tripulación es la constante presencia de delfines que escoltan al Cuauhtémoc, como si fueran guías espirituales que aseguran una navegación segura y afortunada.
El dato
Ha calado hondo
Con sólo tres muertes registradas y una suspensión en su historial, cada pérdida ha calado hondo entre quienes conviven más de 200 días al año en alta mar en el buque Cuauhtémoc.