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Guatemala. Desde los inicios del mundo, el ser humano alberga en lo más hondo de su naturaleza un innato deseo por explicar los misterios que lo rodean y, en especial, por entender la sensación de insignificancia que le causa el elevar sus ojos al cosmos y observar los astros. Dentro de su lógica y contexto, todas las civilizaciones y culturas han podido entender que existen fuerzas que las sobrepasan, que las remiten a lo trascendente e invisible. Esta realización es el punto de inicio para la vasta ramificación de cosmologías, creencias y espiritualidades antiguas, así como para las grandes religiones milenarias aún vigentes en la actualidad.
Según los filósofos griegos, todos los seres tienden a buscar un fin último y superior a sí mismos. Platón sostenía que el alma anhela volver a un plano elevado en la búsqueda de la verdad y el bien; por su parte, Aristóteles habla de una forma primigenia de la divinidad a la cual el humano debe contemplar. Gómez (2016), en su ensayo La religión y la naturaleza humana, indica que “la religión, en la medida en que esté justificado hablar en términos tan generales, constituye un comportamiento propio de la especie humana, expresado en diferentes registros”. También, sostiene que es un fenómeno ligado a las vicisitudes evolutivas, culturales, históricas y sociales, entre otras, que rodean a un grupo de personas.
Libertad religiosa en el país
En Guatemala, la Constitución Política de la República de 1985 establece la libertad religiosa en todo el territorio. La creencia en lo sobrenatural es un hecho presente desde sus primeras sociedades. Los olmecas, como el resto de sus contemporáneos y posteriores, idearon una estructura politeísta basada en la naturaleza: plantas, animales, los elementos; asimismo, los mayas. Con la llegada de los españoles se arraigó el cristianismo, por medio de la Iglesia católica. Con el paso del tiempo, de movimientos migratorios, reformas legales y demás avatares, llegaron al país no solo otras denominaciones cristianas, sino que también los musulmanes, judíos y algunas sectas. Todos, con doctrinas y maneras distintas de tratar la relación con Dios. Esto conforma el panorama de diversidad religiosa y espiritual en el país, junto a una espiritualidad maya que evolucionó desde la Colonia, lo que dio pasó al sincretismo, tratado en una edición pasada de esta revista.
De acuerdo con el Informe 2024 de la Corporación Latinbarómetro, el 39 por ciento, de la población se considera católica y el 40 por ciento cristiana evangélica. El 21 por ciento restante se enmarca en otra religión, otra denominación, el agnosticismo o el ateísmo. El reporte indica que Guatemala es el segundo país con más pentecostales en Latinoamérica, antecedido por Honduras. Esto, desde 2020, cuando los evangélicos se volvieron mayoría. Los luteranos, metodistas, anglicanos y ortodoxos constituyen el resto de las ramas del cristianismo guatemalteco. Por su lado, los budistas e hinduistas se organizan en pequeños grupos.
Estos hechos deben en sí mismos, invitar a toda persona a reflexionar sobre el papel que juegan estas instituciones en el país y su capacidad para trabajar de la mano por la construcción de la justicia y la paz sin la necesidad de dejar de lado aquello que las caracteriza entre sí. Pero, para ello, primero deben ser conocidos y entendidos dichos detalles a fin de, posteriormente, encontrar los puntos medios.
Catolicismo
La enseñanza católica se basa en tres pilares: la Sagrada Escritura (su libro sagrado), la Santa Tradición y la Jerarquía Eclesiástica. Se encuentra reunida en el Catecismo y el Credo Niceno-constantinopolitano, y ha sido desarrollada según la teología de los doctores de la Iglesia como Santo Tomás de Aquino, San Agustín, Santa Teresa de Ávila y varios papas. También la viven mediante de los siete sacramentos, que consideran el accionar ordinario de Dios que trasmite su gracia por medio de ellos, el más importante, la Eucaristía, cuerpo, sangre, alma y divinidad de Cristo.
El inicio de esta fe en el país está ligado a los españoles y su entrada en el territorio, situación bien documentada por los escribas e historiadores como Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, en su famosa Recordación Florida; también sacerdotes o frailes europeos, como don Domingo Juarros, sacerdote diocesano, en su Compendio de la Historia de la Ciudad de Guatemala. Al tiempo que los soldados se encargaban de la parte militar, los misioneros se dieron a la tarea de la evangelización, aprendieron los idiomas indígenas, tradujeron textos religiosos, construyeron iglesias y conventos en los principales puntos sociales.
Juarros apunta que la primera Santa Misa celebrada en el territorio se llevó a cabo en Salcajá, donde se encuentra una ermita que lo recuerda, entre el 7 a 12 de mayo de 1524. El papa Pablo III erigió el primer obispado en el país, el 18 de diciembre de 1534, Francisco Marroquín fue el clérigo elegido para obispo. La página web de la Conferencia Episcopal en
Guatemala, menciona que en el país se cuenta con 22 obispos; entre ellos, monseñor Álvaro Ramazzini, único cardenal guatemalteco y el tercero en la historia local. Se puede mencionar a monseñor Francisco Montecillo, quien funge como nuncio apostólico, representante del papa en suelo guatemalteco.
Evangelismo pentecostal
Los evangélicos pentecostales tienen a Jesucristo como su Señor y Salvador, posicionan la Biblia como su autoridad máxima en temas de teología y moral y enfocan una parte importante de su experiencia y sentir en el poder y dones del Espíritu Santo; por ello, su título que se deriva de Pentecostés, el episodio narrado en la Escritura donde el Espíritu se derramó entre la Virgen, los apóstoles y demás discípulos. Sus líderes espirituales se nombran pastores y a su celebración se le dice culto.
Pero para tratar este tema, vale la pena mencionar la entrada general del protestantismo durante los gobiernos liberales del siglo XIX; en especial el de Justo Rufino Barrios. Murphy (2008) describe el deseo de Barrios de restar importancia al catolicismo, como parte de su ideal anticlericalista, por lo que decide abrir las fronteras a misioneros norteamericanos. Con ello, llega John Clark Hill, predicador presbiteriano. Él abrió el primer templo protestante, reconstruido en 1917, que todavía se encuentra atrás del Palacio Nacional en la 6a. avenida “A” 4-68 de la zona 1. Esto también se dio en respuesta a la creciente presencia de mercaderes ingleses (anglicanos) y alemanes (luteranos).
Con esto establecido y las condiciones dadas, se puede hablar directamente sobre el arribo del pentecostalismo a Guatemala. Luego de las escisiones en algunas de las congregaciones ya existentes, surge la iglesia Asambleas de Dios en 1937, que sería la que expandiría este grupo. En la actualidad, algunas de las más grandes e influyentes son la Fraternidad Cristiana y Casa de Dios. De acuerdo con la Alianza Evangélica, para el 2018, se estimaban 22 mil iglesias evangélicas; aún así, puede haber muchas más sin registrar ante el Ministerio de Gobernación.
Judaísmo
Ellos hacen parte de las grandes religiones monoteístas, se consideran el pueblo escogido por Dios, ya que Israel tiene una relación especial a través de un pacto. Su volumen sagrado es la Torá (los cinco libros del Pentateuco), y practican sus enseñanzas a través de mandamientos, tradiciones y leyes religiosas; varias, dejadas por Moisés. Creen en el Tikún Olam, la responsabilidad de mejorar y reparar el mundo. Aún esperan la llegada de un Mesías futuro. Sus lugares de culto se les llama sinagogas. La primera abrió en 1938, y sus líderes religiosos, rabinos.

La página web de la Comunidad Judía en Guatemala indica que su religión entró al país con las leyes de los gobiernos liberales, ya que ellos beneficiaron el establecimiento de comerciantes extranjeros hace 110 años. Los primeros eran judíos asquenazi, luego les siguieron los sefardíes. Con la intención de buscar una mejora en sus condiciones de vida, económicas o protegerse del Holocausto. La comunidad estima contar con 1 mil miembros en el territorio.
Esta entidad es la que representa en los ámbitos nacional e internacional a los judíos guatemaltecos en temas económicos, sociales, religiosos y culturales.
Islam
La fe islámica se basa en la creencia en un solo Dios (Allah en árabe). Su libro sagrado es el Corán y su principal profeta es Mahoma, quien es el último que ha recibido la revelación divina. Su práctica religiosa se desarrolla a través de estos pilares: la profesión de fe en un solo Dios, la oración cinco veces al día, la limosna obligatoria, el ayuno durante el mes de Ramadán, la caridad con los necesitados y la peregrinación a La Meca, al menos una vez en la vida si es posible. Estas creencias y costumbres forman la base del Islam y guían la vida espiritual y moral de sus adeptos.
Los musulmanes llegaron a Guatemala a mediados de la centuria pasada debido a la migración y el comercio con la población del Medio Oriente; en especial, de Palestina, Siria y Egipto. Con un aproximado de 3 mil integrantes, su primer lugar de culto fue una musalla (espacio de oración al aire libre) en la zona 1 de la capital. La mayoría es parte de la facción Sunnie, con dos sinagogas; la primera, inaugurada en 1996. De igual manera, existen algunos adeptos a una rama del Islam que se nombra Comunidad Ahmadia.
El bien común, la tarea de todas las religiones
Debido a la realidad descrita con anterioridad, la naturaleza del guatemalteco es de profunda trascendencia y deseo de Dios. Sin importar su espiritualidad o tradición, es un hecho que la población muestra bastante fe. Las creencias religiosas tienen fuerte influencia en quienes las sostienen. Bueno o malo, ellas hacen parte del día a día del creyente, moldean su manera de ver el mundo y de comprender la vida, su accionar y pensar pueden llegar a girar alrededor de esto.
El padre Manuel de Jesús Chilín, párroco de la iglesia de El Calvario, explica que todavía no hay una sólida cultura ecuménica. Centra los prejuicios entre iglesias y en las mentes y corazones cerrados, como los mayores obstáculos para el crecimiento de esta conciencia de colaboración y concordia. Ilian López, director ejecutivo de la Comunidad Judía, comentó que todas las religiones deben promover valores universales como la justicia, el respeto por la vida y la compasión.
Por lo tanto, se vuelve indispensable una propuesta que fomente el diálogo y el trabajo de conjunto, donde sin entrar en temas de doctrina, se puedan encontrar puntos en común como el desarrollo de las personas, los derechos humanos y la protección del medioambiente; objetivos y acciones que permitan trabajar por el bien de todos los guatemaltecos. El Consejo Ecuménico Cristiano de Guatemala (CECG) es una de las entidades ecuménicas que existen y que desean caminar por esta senda; ellos se consideran la casa común de todos los creyentes en Cristo, ya que entre sus integrantes están las denominaciones más históricas de esta fe.
En paralelo, existe el Foro Permanente por la Libertad Religiosa, entidad formalizada por el Gobierno, que reúne a todas las religiones presentes en el territorio, cristianas o no, en una mesa de diálogo que les permite expresar sus necesidades y encontrar puntos en común.
Chilín concluye: “Miremos más las cosas que nos unen no las que nos separan, si creemos en un Dios que es amor y misericordia. El problema, es el fanatismo. Eso nos separa y no hace posible que hagamos un caminar juntos”. López llamó a construir puentes para atender las necesidades de Guatemala y fortalecer su tejido moral y espiritual.