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Panamá. Panamá busca ser una plataforma regional para Mercosur, pero productores temen quedar en desventaja ante economías más fuertes
La primera participación de Panamá en la Cumbre del Mercado Común del Sur (Mercosur), como Estado Asociado, generó reacciones mixtas entre sindicatos, exportadores y productores.
Mientras que hay voces que ven en este acercamiento una oportunidad para que Panamá se convierta en un gran centro logístico para la redistribución de productos y el desarrollo de plantas de procesamiento que den valor agregado a lo que venga del sur, hay quienes temen que esto pueda afectar a los pequeños productores locales.
El pasado viernes, 4 de julio, el ministro de Comercio e Industrias (MICI), Julio Moltó, aclaró en su cuenta de X, que el acuerdo marco con Mercosur aún no ha sido ratificado por la Asamblea Nacional y que las negociaciones técnicas sobre una eventual apertura comercial todavía no se han realizado, pero que, una vez inicien, se harán de manera participativa, incluyendo a los sectores productivos nacionales.
“Este acuerdo sirve como base para avanzar, paso a paso, en una relación comercial gradual y estratégica”, comentó.
La presidenta de la Asociación Panameña de Exportadores (Apex), Bianca Morán, explicó que Panamá no puede competir con Mercosur en términos de producción. “Nosotros nunca vamos a poder competir contra Brasil en precio, por un simple tema de economía de escala”, valoró.
Este sentir es compartido por el presidente del Sindicato de Industriales de Panamá (SIP), Raúl Montenegro, quien dijo que es “fundamental considerar las asimetrías económicas que existen entre ambos mercados, especialmente en sectores sensibles como el agropecuario”.
“Países como Brasil y Argentina tienen escalas de producción significativamente mayores, lo que puede representar un riesgo para los productores locales, en especial en industrias como la avícola y la cárnica, que enfrentan altos costos estructurales y no podrían competir en igualdad de condiciones”, agregó.
Aunque el Ejecutivo no ha planteado que la industria avícola forme parte de un eventual acuerdo comercial, desde la Asociación Nacional de Avicultores (Anavip) ven con preocupación que esto pueda ocurrir. “Brasil es el principal productor de pollo a nivel mundial y, en materia de costos, está mejor que Estados Unidos, así que, desde el punto de vista de la competencia, es un tema delicado”, comentó el presidente de Anavip, Luis Castroverde.
Agregó que han escuchado, en varias ocasiones, al titular del MICI reiterar que no se tiene la intención de negociar con productos sensibles, y esperan que eso se mantenga. “Esperamos que cualquier tipo de negociación se dé entre productos complementarios, que beneficien a ambos mercados. Es un tema al que le estamos siguiendo la pista”, valoró.
Castroverde puso como ejemplo el Tratado de Promoción Comercial con Estados Unidos y su impacto en el mercado local. “Tan solo el año pasado se importaron 14 millones de kilogramos de productos derivados del pollo desde ese país. Eso compite con la producción nacional, pero en condiciones de costos mucho más favorables”, relató.
El líder de Anavip añadió que el mercado local se ha modernizado para poder enfrentar estos desafíos. “Podemos decir que tenemos mejores resultados que otros países a nivel local, pero es importante entender que no conviene al país que estos acuerdos pongan en peligro los empleos que genera el sector agrícola”, concluyó.
Este sentir es compartido por el presidente del SIP, quien aseguró que existe un riesgo real de afectaciones si se negocia un acuerdo que deje desprotegidos a los productos sensibles, especialmente en los sectores agropecuarios, lo que pondría en peligro la sostenibilidad y el empleo en el interior del país.
Para Apex, la clave está en garantizar igualdad de condiciones en el mercado. “Tenemos que exigir que las mismas reglas que se les aplican a ellos, se apliquen también a nosotros. Que se compita en igualdad de condiciones”, analizó Morán.
“El gobierno ha tenido varias reuniones con los productores y ha asegurado que los productos sensibles serán tratados de manera consensuada, algo fundamental, porque el agro genera una gran cantidad de empleos en zonas donde no es fácil conseguir uno”, resaltó.
Una gran oportunidad
Desde el SIP consideran que, aunque es importante proteger la producción local, el acercamiento con Mercosur representa una gran oportunidad para consolidar a Panamá como un puente estratégico entre las naciones del sur y los mercados centroamericanos, norteamericanos y del Caribe. “Su posición geográfica, su conectividad y su plataforma logística lo colocan como un facilitador natural del comercio regional e interregional”, destacaron.
“Panamá podría convertirse en un hub de actividades de manufactura, almacenaje y distribución para que empresas de esos países se acerquen a los mercados de Centroamérica, Norteamérica y el Caribe”, agregaron.
El pasado 6 de diciembre, el presidente de la República, José Raúl Mulino, dijo durante la formalización de Panamá como Estado Asociado del Mercosur que “las ventajas de la conectividad que posee Panamá facilitan el comercio y el desarrollo de negocios de inversión, lo cual vemos reflejado en la instalación de importantes empresas internacionales dentro de nuestro país”.
El lado panameño manifestó que ven en este mercado la oportunidad de exportar carne deshuesada, café, aceite de jojoba, leche y nata, pimienta, artículos de confitería, semillas de anís, extracto de malta, productos a base de cereales, productos de panadería y pastelería hacia el sur.
La presidenta de Apex resaltó que el país puede aprovechar este vínculo para la redistribución de productos.
Morán puso como ejemplo el ron Diplomático, que pese a ser un producto venezolano, se añeja y embotella en Panamá desde hace 15 años, situación que genera empleos. “Ese ron no deja de ser venezolano. Se producen un millón de cajas todos los años”, destacó.
La empresaria indicó que Panamá debe ofrecer productos con valor agregado de calidad y que el Ejecutivo busca instalar plantas de procesamiento en suelo local que permitan la reexportación y generen nuevas plazas de empleo.
“Los exportadores estamos acostumbrados a competir, ya sea en precio, calidad u otro aspecto. Sé que los productores tienen miedo, pero el miedo no lleva a nada. Tenemos que optimizar la producción, mejorar las prácticas y encontrar mercados que reconozcan el valor de los productos”, concluyó.