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Caribe. Un diario digital de Jamaica alertó hoy sobre la encrucijada diplomática del Caribe, tras una cuarta acción militar de Estados Unidos en aguas de la región.
En un editorial, el sitio Wired JA Media comentó sobre la cuarta incursión militar de Estados Unidos contra embarcaciones en aguas del mar Caribe, que elevó a 17 el número de víctimas mortales, en una operación no autorizada y sin consulta previa a los gobiernos caribeños.
El sitio narra que el más reciente «ataque cinético», como lo denomina el Pentágono, ocurrió el viernes y cobró la vida de tres personas a bordo de una embarcación que el presidente Donald Trump afirmó que estaba «afiliada a una Organización Terrorista Designada».
Tales declaraciones sólo fueron respaldadas por un video de explosiones subido a sus redes sociales, las cuales no han sido verificadas de forma independiente.
El sitio recuerda que los ministros de Relaciones Exteriores de la Caricom enviaron una carta el 7 de septiembre al secretario de Estado Marco Rubio, solicitando diálogo sobre la postura militar estadounidense, la cual no fue respondida.
«Lo que queremos es discutir la necesidad de bajar la temperatura», declaró el ministro de Relaciones Exteriores de Barbados, Kerrie Symmonds, en representación de la posición caribeña.
El editorial reconoce que existe una gran ironía pues durante décadas, las naciones del Caribe defendieron el área como una «Zona de Paz», donde los conflictos deben resolverse mediante el diálogo, no con misiles.
«Este principio representa un compromiso multilateral en aguas que han sido testigo de siglos de competencia entre grandes potencias y explotación colonial», recuerda el sitio jamaicano.
El despliegue militar de Trump que incluye siete buques de guerra con 4 mil efectivos, destructores con misiles guiados y submarinos de ataque, convierte estas aguas en un teatro activo «donde las definiciones de seguridad de Estados Unidos anulan la soberanía regional», apunta.
Wired JA Media alerta que el Caribe se convierte en el escenario de una actuación política doméstica de Trump sobre seguridad fronteriza e interdicción de drogas, donde vidas caribeñas reales sirven como extras en su drama militarista.