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EEUU. El senador Marco Rubio ha sido seleccionado para ser el posible Secretario de Estado en el gabinete de Donald Trump, marcando giro drástico en la política exterior de Estados Unidos bajo la administración de Joe BIden con Antony Blinken, que ha llevado un enfoque más tradicional priorizando a los aliados y criticando a las autocracias en general.
Rubio, de origen cubano y con un español fluido, será el primer latino en ocupar el cargo, lo que le dará un rol central en temas críticos de la agenda internacional, incluyendo su postura sobre China, su apoyo a Israel, su visión sobre el conflicto entre Rusia y Ucrania, y sus opiniones sobre América Latina.
¿Por qué Trump habría nombrado a Rubio como Secretario de Estado?
El nombramiento de Rubio como Secretario de Estado es un cambio en su relación con Trump. En 2016, durante las primarias republicanas, Rubio fue uno de los críticos más abiertos de Trump, pero, con el tiempo, ha suavizado su postura, trabajando estrechamente con la administración en temas clave de política exterior. Esta reconciliación y su nuevo papel como líder diplomático de Estados Unidos podrían reflejar la importancia que Trump atribuye a la experiencia y visión de Rubio en asuntos internacionales.
Rubio ha sido claro en su deseo de que Estados Unidos recupere su posición de liderazgo global, pero sin comprometerse en conflictos prolongados ni intervenciones costosas. Su enfoque en una política de presión económica y diplomática sobre la intervención militar directa podría marcar el curso de la política exterior de Trump en un segundo mandato, especialmente en América Latina y Asia.
El nombramiento de Rubio también tendrá repercusiones en la política interna de Estados Unidos, especialmente en temas de migración y seguridad nacional. Rubio, quien en el pasado apoyó reformas migratorias, ha endurecido su postura en años recientes, abogando por limitar la migración masiva y asegurar las fronteras. Su postura en este tema podría influir en las decisiones de política interna de Trump y en futuras discusiones legislativas sobre inmigración y seguridad.
La designación de Marco Rubio como Secretario de Estado indica un enfoque de política exterior caracterizado por una posición crítica hacia gobiernos autoritarios en América Latina, una rivalidad intensa con China y un enfoque de cautela en conflictos como el de Ucrania. Rubio tiene ahora la oportunidad de influir en la diplomacia estadunidense en un contexto de conflictos de gran escala y el crecimiento de los regímenes autoritarios y las autocracias.
Una línea dura hacia Cuba y Venezuela
Rubio es un crítico constante de los regímenes autoritarios en América Latina, especialmente de los gobiernos de Cuba y Venezuela. Como hijo de migrantes cubanos, ha mantenido una postura firme contra el gobierno de Miguel Díaz-Canel y el Partido Comunista, defendiendo la vigencia de las sanciones económicas y las restricciones de viaje como herramientas de presión.
Según Rubio, estas medidas son necesarias para fomentar un cambio de régimen en Cuba y apoyar los derechos humanos en la isla, a pesar de que en varias ocasiones han sido criticadas por algunos sectores, tanto dentro como fuera de Estados Unidos, que consideran que las sanciones afectan principalmente a la población civil.
La postura de Rubio hacia América Latina se extiende también a Nicaragua, en que el régimen de Daniel Ortega ha enfrentado sanciones por violaciones a los derechos humanos. Rubio ha criticado abiertamente a Ortega y ha promovido medidas que buscan presionar a su gobierno
En el caso de Venezuela, Rubio ha sido uno de los senadores más activos en promover sanciones a Nicolás Maduro, a quien califica como un “dictador que oprime al pueblo venezolano”. Durante la administración Trump, Rubio apoyó las medidas impuestas por el Departamento del Tesoro para debilitar la economía venezolana y presionar a Maduro para que abandone el poder. Rubio considera que Venezuela representa una amenaza para la estabilidad de la región y ha advertido sobre sus vínculos con China y Rusia.
¿Cómo le irá a México con Marco Rubio en la diplomacia?
Rubio, junto a Kristi Noem —la designada por Trump para ser Secretaria de Seguridad Nacional— podría tener una influencia importante en la definición de la política migratoria exterior de Estados Unidos, especialmente en lo que respecta a la relación con países centroamericanos y México. Rubio ha expresado su apoyo a medidas que buscan reducir el flujo migratorio mediante acuerdos de cooperación con países de origen.
Una postura que podría ser central en las discusiones de política interna y en las negociaciones diplomáticas con gobiernos de la región, que a diferencia de El Salvador —gobernado por Nayib Bukele—, la izquierda gobierna en Guatemala (Bernardo Arévalo), Honduras (Xiomara Castro)… y México.
Sin embargo, sobre México es la mayor incógnita. Fue abiertamente crítico del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, acusándolo de haber entregado «parte del territorio nacional» a los cárteles de las drogas, quienes han aumentado su influencia en Estados Unidos, y de defender los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Enfoque en la rivalidad con China
Rubio ha sido uno de los legisladores republicanos más vocales en su postura contra China, y su nombramiento sugiere una probable intensificación en la rivalidad entre Estados Unidos y el gigante asiático. Durante su tiempo en el Senado, Rubio ha promovido sanciones contra Beijing por temas de derechos humanos, apoyando medidas para restringir el acceso de empresas chinas a tecnología estadunidense avanzada y favoreciendo el respaldo a Taiwán.
La posición de Rubio incluye su apoyo a medidas que limitan la actividad de empresas como Huawei y TikTok en suelo estadunidense, argumentando que estos actores representan una amenaza a la seguridad nacional. Rubio ha sostenido que la relación con China es crucial para definir el orden mundial del siglo XXI, insistiendo en que Estados Unidos debe actuar con determinación para frenar las ambiciones expansionistas de Beijing.
En su rol como Secretario de Estado, es previsible que busque reforzar los lazos de Estados Unidos con aliados en la región del Indo-Pacífico y ampliar la cooperación con países como Japón, Corea del Sur y Australia, que comparten su preocupación por el ascenso de China, sugiriendo que Washington debe enfocar sus recursos en esa región en lugar de dispersarlos en conflictos que considera secundarios, como la guerra en Ucrania.
Rubio ha abogado también por un compromiso claro de Estados Unidos con Taiwán, una posición que podría profundizar las tensiones entre Washington y Beijing. En su rol de Secretario de Estado, es probable que Rubio impulse políticas que fortalezcan las relaciones diplomáticas y comerciales con Taipéi, desafiando las líneas rojas de China en la región, llevando a una intensificación en las tensiones en el estrecho de Taiwán, un tema que el politburó chino ha señalado como prioritario y no negociable.
Ucrania e Israel: pragmatismo y lealtad hacia los aliados
Respecto a Ucrania, Rubio ha expresado posiciones pragmáticas. Aunque inicialmente apoyó el envío de ayuda militar a Kiev, ha cuestionado el continuo flujo de recursos, sugiriendo que el conflicto ha alcanzado un «punto muerto» y que una solución negociada podría ser el mejor camino.
Si bien Rubio apoya la causa ucraniana, sus llamados a un acuerdo negociado contrastan con el enfoque de países europeos que han respaldado firmemente el envío de ayuda militar a Kiev. Esto podría generar tensiones dentro de la alianza occidental, especialmente si Estados Unidos opta por reducir su apoyo financiero a Ucrania en favor de una política más centrada en la diplomacia.
En cambio, Rubio se muestra inflexible en su apoyo a Israel, lo que se alinea con el enfoque de Trump de “paz a través de la fuerza”. Este respaldo propone una posible continuidad en la política de Trump hacia Medio Oriente, en especial respecto a la relación con Irán y el fortalecimiento de las alianzas en la región.
La lealtad de Rubio a Israel como aliado estratégico apunta a una postura diplomática que buscará reforzar los lazos y garantizar apoyo militar y político en el contexto de la estabilidad regional.