Prince Royce con una “Llamada perdida” y 23 canciones que salieron de un corazón herido. Prince Royce llevaba siete años que no entraba a un estudio de grabación. Su último disco «Alter Ego», salió en 2020 y el que acompañaba con una gira, la que la pandemia detuvo abruptamente. Este año estrena su nueva producción “Llamada perdida” en la que regresa a la bachata tradicional, experimenta con diferentes estilos musicales al grabar a dúo con diez artistas de otros géneros, y llega en un momento emocional de su vida privada, que lo hizo experimentar una especie de catarsis y “montaña rusa” al escribir la mayoría de las canciones. Este proyecto que le tomó al artista, de origen dominicano, dos años de creación, está basado esencialmente en el género de la bachata, fusiones como el uptempo/disco, regional mexicano, merengue típico, urbano e instrumentación clásica como violines con un toque spanglish en ciertas letras. El álbum que llega acompañado de una serie de audiovisuales y el video musical de uno de los temas principales, “Morfina” junto a la reconocida artista chilena Paloma, según se expone en un comunicado “es una celebración de la superación de los obstáculos, especialmente en el amor, y representa el final de un capítulo de la vida así como la aceptación de un nuevo comienzo, adoptando un enfoque positivo sobre el desamor y sus secuelas”. El álbum es un testimonio real del proceso creativo que puso en marcha y que evidentemente se ha ido elevando a través del tiempo. Sus letras ahora suenan más maduras y las mismas no surgieron en los vagones del Metro como cuando comenzó. Hoy estas letras son el resultado de los momentos de soledad que tuvo que enfrentar tras la ruptura con su pareja sentimental, la actriz nacida en Canadá, de nacionalidad estadounidense, Emeraude Toubia, tema del que hoy el artista prefiere ya no hablar. Evidentemente la música “se estará encargando de eso”.