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No estamos hablando de aerolíneas menores: Spirit tiene casi 200 aviones y es una gran compañía, de no ser que en Estados Unidos está lleno de ‘grandes’. La historia, para quienes no la han seguido, es surrealista, pero al menos, la víctima es el culpable, lo cual tranquiliza.
Todo empieza cuando Frontier propone comprar Spirit. Frontier es también una low-cost americana, que no opera en rutas similares a las de Spirit y que están en segmentos de mercado muy cercanos. Tenía bastante sentido. Las negociaciones van bien cuando aparece Jetblue y también propone quedarse con Spirit. En este caso no hay mucho en común, porque Jetblue es una low cost de nivel, como una Easyjet en Europa. Los accionistas de Spirit rechazan la operación varias veces, pero Jetblue está tan empeñada y sube tanto su oferta que tras varios intentos, los accionistas acceden a vender a JetBlue.
La operación se cierra pendiente la aprobación de Competencia. Jetblue y Spirit tienen muchas rutas en común y en algunos aeropuertos la fusión supondría la desaparición de la competencia, de manera que las autoridades rechazaron la compra. La noticia provocó la subida del valor de JetBlue, como muestra de que ni siquiera sus accionistas lo veían.
Pero sobre todo provocó la crisis en Spirit, que fue perdiendo valor día tras día. El culpable de este desastre fue el accionista de Spirit que sucumbió al dinero de Jetblue, de manera que ahora no puede quejarse del hundimiento de la compñía.
Como sola tiene poco futuro, este miércoles el Wall Street Journal informaba que see hábían reiniciado las conversaciones con Frontier, ahora cuando el accionista de Spirit lo ha perdido casi todo. Pero esto aún requiere tiempo, cosa que Spirit no tiene. De manera que ni podrá exigir mucho, ni tiene alternativas. Frontier nunca pudo haber tenido más suerte.
Como informó REPORTUR.us, Spirit estuvo en negociaciones con Frontier para una posible fusión, pero Jetblue se interpuso porque quiso comprarla. No obstante, las autoridades estadounidenses no lo permitieron y dieron fin a su acuerdo de 3.800 millones de dólares.