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El presidente estadounidense, Joe Biden, instó este lunes a los miembros del G20 a aumentar sus esfuerzos para combatir el hambre y la pobreza en el mundo y a incentivar a las empresas privadas de sus países a que movilicen capital a larga escala con este fin.
Biden aprovechó su intervención en la primera sesión de la cumbre del G20, que comenzó este lunes en Río de Janeiro, precisamente con los debates sobre combate al hambre, la pobreza y las desigualdades sociales, para pedir mayores esfuerzos de las mayores economías del mundo en la erradicación de estos problemas.
El presidente estadounidense dijo que varios países necesitan apoyo financiero y técnico para combatir el hambre debido a que se han visto obligados a elegir entre inversión y pago de deuda.
Afirmó igualmente que los problemas generados por la pobreza se han visto exacerbados debido a la crisis que provocó la pandemia de la covid-19, a los conflictos armados en varios países y hasta por los cambios climáticos.
Sobre los esfuerzos de Estados Unidos en este sentido, afirmó que se trata de una prioridad de su Gobierno y que en los últimos cuatro años la mayor economía mundial ha invertido 160.000 millones de dólares en el desarrollo global.
La cumbre de los jefes de Estado del G20 comenzó precisamente con el lanzamiento de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, una iniciativa del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, a la que ya se adhirieron 147 miembros, entre los cuales 81 países y 24 organizaciones internacionales.
Estados Unidos es uno de los miembros fundadores de la iniciativa junto con todos los demás miembros del G20, a excepción de Argentina, cuyo presidente, Javier Milei, rechaza la agenda de desarrollo sostenible, que busca poner fin al hambre, empoderar a las mujeres y frenar el cambio climático, entre otros objetivos.
La Alianza nació con compromisos ya asumidos por unos 70 países y organizaciones internacionales para impulsar cerca de 40 proyectos específicos que prevén beneficiar con transferencias de renta a unos 500 millones de personas y con alimentación en las escuelas a unos 150 millones de niños.