La dermatitis atópica (DA), también conocida como eccema, se desencadena por diversos factores;1 sin embargo, se ha demostrado una asociación directa con el estrés, dado que este puede actuar como impulsor de los brotes en un 40% – 50% de los casos. Esta relación entre el estrés y la DA es bidireccional; es decir, el estrés puede empeorar la enfermedad, pero la propia dermatitis atópica y sus tratamientos también pueden generar estrés en los pacientes, ya que las lesiones físicas causan malestar, estigmatización y una percepción negativa de sí mismos.
La dermatitis atópica es una afección crónica de la piel que causa sequedad, picazón e inflamación. Aunque es común en los primeros años de vida, puede manifestarse a cualquier edad, empeorando periódicamente. No es contagiosa, pero sí muy irritante.
Si bien la causa principal de esta enfermedad sigue siendo desconocida, el estrés es uno de los factores que incrementa el riesgo de que el organismo padezca DA o acelere el proceso de la misma. Por ello, la ayuda psicológica puede considerarse un recurso primario en el tratamiento de esta enfermedad, complementando lo recetado por el médico.
Detectando la dermatitis atópica
Los síntomas de la DA pueden surgir en varias partes del cuerpo, al mismo tiempo. El más común es la picazón, que puede ser intensa.
Otros signos frecuentes incluyen:
•Manchas secas en la piel con un color entre rojo y café oscuro.
•Sarpullido que puede sangrar, supurar o secretar un líquido transparente con el rascado. Este puede aparecer en cualquier parte del cuerpo.
“La percepción de tener la piel alterada y socialmente considerada poco atractiva genera en estas personas malestar, que aumenta el estrés y el rascado, convirtiendo a la DA en un estresor crónico para el paciente. Es por eso que, a través de la ciencia, en Pfizer queremos transformar el manejo de este y otros padecimientos autoinmunes e inflamatorios, con terapias innovadoras que se dirijan a sitios específicos del cuerpo donde se sabe que se genera la causa del problema y permitan una mejor calidad de vida a los pacientes”, explicó la doctora Eyra Medina, líder médico de Inflamación e Inmunología de Pfizer Centroamérica y Caribe (CAC).
De acuerdo con la médico especialista, “el estrés crónico altera el funcionamiento normal de diversos sistemas, como el endocrino, nervioso, inmune y psíquico. Estos sistemas se encuentran interrelacionados entre sí; por ende, lo que afecta a uno, impacta y condiciona a los demás. Y la piel se relaciona con todos estos”.
La enfermedad crónica de la piel genera tensión y alerta constante en quienes la padecen, debido a la dificultad para descansar, a la picazón y a los rascados frecuentes, así como a las dificultades en el acceso y respuesta a los tratamientos. Inclusive, esto puede tener un impacto de pérdida laboral.
El valor del diagnóstico temprano, de la referencia al especialista y de los tratamientos oportunos
No existe una prueba diagnóstica específica para la DA, por lo que su diagnóstico se hace clínicamente basado en antecedentes, morfología, distribución de las lesiones cutáneas y signos clínicos asociados. El diagnóstico temprano minimiza otras posibles afecciones que la enfermedad presenta, como, por ejemplo, su relación con el asma y las alergias, incluidas las de tipo alimentaria. Asimismo, la depresión o ansiedad, pérdida de sueño y otras enfermedades de la piel, tal es el caso de la ictiosis, que la reseca y engrosa.
El tratamiento de la dermatitis atópica se dirige a prevenir la inflamación y disfunción de la barrera de la piel, así como al tratamiento oportuno de las infecciones, en caso que aparezcan. Una intervención temprana podría prevenir una mayor exposición y sensibilización a demás alérgenos en etapas posteriores de la vida.
En el marco del Día Mundial de la Dermatitis Atópica, se les recomienda a los pacientes identificar y evitar productos irritantes que provoquen picazón, ya que el rascado suele desencadenar brotes.1 Algunos desencadenantes comunes incluyen tejidos ásperos, piel seca, infecciones cutáneas, calor, sudoración, productos de limpieza, ácaros del polvo, moho, polen, humo de tabaco, aire frío y seco, fragancias y sustancias químicas irritantes.
“Está demostrado que la educación sanitaria, el empoderamiento del paciente, el acompañamiento y apoyo por parte de las asociaciones de pacientes, de los profesionales de la salud y seres queridos, y el tratamiento adecuado, pueden mejorar el curso de la enfermedad tanto física como psicológicamente”, concluyó la doctora Medina.
Si desea conocer más sobre la DA, le invitamos a visitar nuestro sitio web educativo “Conexión Salud”, donde encontrará diferentes recursos para entender y sobrellevar la enfermedad. Clic aquí.
Fuente. Pfizer