El desarrollo infantil es un proceso que inicia desde la formación del bebé en sus primeras semanas de vida en el útero, donde tiene su origen en la formación del cerebro alrededor de la tercera semana de embarazo y continúa madurando de forma dinámica y crucial durante los primeros 5 años de vida.
Gracias a la interacción con el ambiente que lo rodea, durante este período, el sistema nervioso del niño va madurando y así mismo el desarrollo de sus funciones cerebrales y su personalidad. Es en este periodo que el seguimiento de manera regular y periódica permite al médico detectar de forma precoz signos de alarma que pudieran afectar su evolución normal, generar repercusiones y frenar al niño en alcanzar el máximo potencial de sus capacidades y habilidades como ser humano y de la sociedad en conjunto.
“La evaluación del neurodesarrollo ocurre en cada visita del pediatra desde recién nacido, pero los momentos sensibles para hacer una evaluación oportuna son: a los 3 meses, 9 meses, 18 meses y 36 meses. Esto se ve relacionado a los momentos de adquisiciones de habilidades que deben ir desarrollándose: motricidad, sensibilidad, lenguaje”, nos indica la Doctora Milene Mc Lenan, Médico Pediatra especialista en Neurodesarrollo del Hospital Paitilla.
Los hitos, avances o banderas rojas dependerán de cada niño y el mismo debe ser evaluado individualmente. “Más que un logro puntual, el médico busca establecer si se está logrando una secuencia adecuada de eventos en el tiempo”.
Existen diferentes señales que evaluará el médico, basadas en las habilidades de desarrollo que se espera en el niño en una edad determinada. Se utiliza por ejemplo la Escala de Gesell, que determina el nivel de desarrollo de la conducta del niño en diferentes áreas. Además, existen otras escalas y evaluaciones para realizar tamizaje y diagnósticos oportunos.
Algunos parámetros que nos permiten identificar alteraciones relevantes en el neurodesarrollo, como son la falla en el progreso del desarrollo a una edad determinada, el desarrollo asimétrico del movimiento, tono o reflejos, la pérdida de habilidades previamente adquiridas, y la pobreza de interacción social y psico afectividad.
La medición del perímetro cefálico (diámetro de la cabeza) también es una medida que se evalúa en cada visita de control hasta los dos años de vida y nos brinda información sobre cómo está el crecimiento del cerebro. Medidas más pequeñas o grandes para la edad son signos de atención importante. El desarrollo sensorial también se debe evaluar en los primeros 3 meses de vida, la adecuada respuesta a estímulos visuales y auditivos.
Las alteraciones del neurodesarrollo que se ven con más frecuencia son:
- Retraso global del desarrollo, que ocurre cuando hay más de 2 áreas del desarrollo afectada (Ej. Lenguaje y motricidad fina)
- Trastorno del Espectro Autista
- Trastorno del habla y lenguaje
Las acciones para el manejo integral de estos niños deben darse de forma interdisciplinaria, liderizado por el Pediatra e integrando las diferentes especialidades (Neurología, Otorrinolaringología, Paidopsiquiatria) y grupo de terapistas: terapia ocupacional, fonoaudiología, fisioterapia, estimulación temprana, psicología, etc.
Los trastornos del neurodesarrollo según el momento en que se haga el diagnóstico determinarán el impacto a largo plazo que dejará en el niño y sus familias. Si se detecta luego de los 5 años, será más complejo su abordaje y dejará secuelas en su desarrollo personal en ámbitos como el aprendizaje escolar, habilidades sociales y de adaptabilidad a la vida diaria y lo acompañará a lo largo de toda su vida, tomando en cuenta que el cerebro tiene la capacidad de seguir modificándose a lo largo de toda la vida.
Fuente. Hospital Paitilla